John Adams y su sabiduría

John Adams es con toda probabilidad uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos más subestimado y menos recordado actualmente en comparación a Washington, Jefferson, Madison o Hamilton, entre otros. Fue nuestro primer vicepresidente y segundo presidente de Estados Unidos. Pero sin John Adams no hubiéramos podido declarar la independencia. Él fue quizá su más ardiente valedor.

Explorando la vida política e intelectual de John Adams, vemos con mucha claridad la importancia de su pensamiento político, no sólo para Estados Unidos, sino para la teoría política del conservatismo al ser el Padre Fundador más conservador. Sus escritos e ideas fueron fundamentales para cuestionar dos formas de ver que estaban surgiendo e influyendo los primeros años de la nueva república y en el mundo: La creencia en la perfectibilidad del ser humano y la posibilidad que Estados Unidos adoptara un sistema de gobierno que no contemplaba la división de poderes y las restricciones razonables sobre el poder.

John Adams se centró en cuestionar una de las teorías centrales para la Revolución Francesa y del pensador americano Thomas Paine: La idea de la democracia absoluta, basada en la perfectibilidad del ser humano. Esta idea, propuesta por Jean-Jacques Rousseau, Turgot y Thomas Paine, defiende la tesis de que el poder debe concentrarse en una asamblea o que el Poder Jurídico resida absolutamente con el Ejecutivo. El cuestionamiento de Adams de estas ideas proviene de tres obras maestras como teórico y pensador político, Pensamientos sobre el gobierno (1776), Una defensa de las Constituciones de gobierno de Estados Unidos (1787) y Discursos sobre Dávila (1790).

«La esencia de un gobierno libre consiste en saber poner un freno eficaz a todas las rivalidades” – John Adams

Para John Adams, la única forma en la que una sociedad puede salvaguardar la libertad es con la restricción del poder del gobierno y el ser humano, basado en el orden del gobierno donde se dividan los poderes y el orden del ser humano donde el ciudadano es virtuoso. En sus Pensamientos sobre el gobierno, Adams comienza a argumentar sobre los temas que serán centrales para el documento más conservador en América, la Constitución federal de Estados Unidos; temas como la división de poderes, pesos y contrapesos, una judicatura independiente, entre otros. Esta obra surge en contraste con la visión de Thomas Paine y su obra Sentido Común de una legislatura con una sola cámara y un único Poder Ejecutivo y Legislativo.

Adams concluye correctamente que la visión de Paine de una legislatura unicameral actuaria en detrimento de la libertad, debido a la naturaleza humana y a la falta de herramientas constitucionales que restringan el poder. Actualmente está mal vista esta visión bicameral del Poder Legislativo que ha comenzado a ser atacada por la supuesta falta de “consenso”, pero esta inacción o dificultad en pasar legislación es donde se protegen nuestras libertades.

La teoría de gobierno de John Adams propone un gobierno mixto y balanceado, donde la prudencia y las restricciones al poder son esenciales. Esta visión de gobierno surge de su estudio de la naturaleza humana: El ser humano es egoísta y anhela el poder. Para Adams, una sociedad virtuosa era necesaria para la preservación de la nación y la libertad. La principal de estas virtudes es la prudencia y estipula que cada acción política sea medida, tomando en consideración las consecuencias a largo plazo, ya que el ser humano es imperfecto, diferente y con costumbres y tradiciones particulares a cada pueblo.

Adams pensaba que sólo aceptando la imperfección humana, el respeto por la propiedad y las diferencias entre los seres humanos, una sociedad puede prosperar en libertad. Cuestionó el egalitarismo que proponían los revolucionarios franceses y que, como denota la Historia, terminó en tiranía y masacre. Es en estas ideas que se revela la sabiduría de John Adams y su observación de la naturaleza humana coincidente con la de otros Padres Fundadores. A casi 250 años de la independencia de Estados Unidos, sus ideas siguen vivas acerca de la importancia de la complejidad y dificultad de gobernar, de no confiar en la condición humana y la razón porque son falibles. Es tarea de los que vivimos hoy el mantener viva la llama de la libertad con estas ideas como sustento intelectual. La tarea es ardua pero bien vale la pena.

 

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