Información y medios de comunicación

Hace poco salió la noticia sobre un amplio estudio que analizaba cómo los medios de comunicación han cubierto los primeros 100 días de la administración Trump. A la mayoría de los ciudadanos que siguen las noticias no les llamará mucho la atención ver los resultados del estudio. Ya se lo sospechaban. Pero los medios de comunicación parecen haberse quedado de piedra cuando tuvieron que mirarse en ese espejo.

Los académicos del Centro Shorenstein de la Universidad de Harvard analizaron la cobertura de 10 medios televisivos y escritos que recibe Donald Trump como presidente. En Estados Unidos los medios fueron: CBS, CNN, NBC, Fox News, el New York Times, el Wall Street Journal y el Washington Post. De los medios internacionales escogieron a la BBC británica, la ADR de la televisión pública alemana y el periódico británico Financial Times.

El estudio reveló que ciertos medios son tan negativos con el president Trump que alcanzan el 98% de negatividad (Ver gráfico arriba) y son más hostiles con Trump que con anteriores presidentes americanos (Ver gráfico abajo). Si los medios americanos son negativos, los europeos son aún peores porque se retroalimentan de lo que sus colegas en Estados Unidos dicen. Ante esta evidencia numérica, uno no puede dejar de preguntarse quién puede aguantar semejante arremetida.

 

El poder de los medios de comunicación es inconmensurable y a veces ni nos damos cuenta de cómo ejercen su influencia en la formación de la “realidad” — porque los medios hacen nuestra realidad. Como es imposible que logremos adquirir información de primera mano, es el trabajo de los periodistas el informarnos ya que ellos sí tienen acceso directo a nuestros gobernantes, líderes e instituciones. Pero si los periodistas renuncian a su papel de contarnos lo que sucede de forma objetiva, toda su labor se convierte en dudosa. Y es que para que nos mientan ya tenemos a los políticos.

A fin de cuentas, como advertía el estudioso de los medios de comunicación, Walter Lippmann, en 1922 (¡hace casi un siglo!):

La opinión pública de Estados Unidos es un reflejo del mundo que los medios de comunicación pintan, lo que no significa necesariamente que sea un reflejo certero de la realidad y pueden acabar creando un “pseudo-ambiente”.

Creo que el mejor ejemplo reciente de esta advertencia lo hemos vivido todos cuando los medios de comunicación convencieron masivamente al público de que no había forma de que Hillary Clinton pudiera perder las elecciones en noviembre de 2016. Oh sorpresa cuando todos amanecimos el 9 de noviembre con un tal presidente Trump.

Los optimistas pensaron que después de su debacle presidencial informativa, los medios de comunicación emitirían un sentido mea culpa y aprenderían su lección. Como sociedad, hubiera sido magnífico ver al Cuarto Poder cumpliendo con su importante papel en democracia de informar al público con mayor objetividad y menos ideología. Pero la humildad no suele ser la marca de los poderosos y los medios han decidido redoblar sus esfuerzos de pintar a Trump y a su administración con la más negativa cobertura posible. La pretendida objetividad ha salido por la ventana y ahora los medios participan sin tapujos en la batalla política por el poder político. Ahí está el estudio y las cifras que demuestran lo que muchos ya sospechaban.

Estamos asistiendo a la muerte lenta pero segura de los medios de comunicación tradicionales. Han decidido suicidarse. La creciente falta de fe que el público ya manifiesta abiertamente ante la información que le dispensan será la gota que derrame el vaso. Hemos llegado al punto de no retorno, en el que cada día hablamos más y más de “noticias falsas” y menos de lo que realmente le importa al ciudadano. Esta deriva inexorable de los medios va por el mismo camino que tomó la máquina de escribir y está dando paso a medios alternativos de información masiva. Ya hemos visto como ejemplo el papel de Facebook, Twitter o YouTube en la adquisición y promoción de información, pero ese modelo se sigue basando en gran medida en lo que los medios tradicionales siguen produciendo.

¿Qué tendremos de aquí a 10 años cuando se rompa la caja de resonancia de los medios tradicionales? Ojalá que sea algo mejor que lo que tenemos hoy.

 

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