Carta de George Washington a la Congregación Hebrea

 

Newport, Rhode Island

Agosto de 1790

Señores:

Mientras recibí con mucha satisfacción el mensaje de ustedes lleno de expresiones de estima, me alegra tener la oportunidad de asegurarles que siempre tendré gratos recuerdos de la cordial bienvenida que disfruté de todo tipo de ciudadanos durante mi visita a Newport.

La reflexión sobre los días de dificultades y peligros del pasado se vuelve más dulce con el conocimiento de que les suceden días poco comunes de prosperidad y seguridad.

Si tenemos la capacidad de aprovechar las ventajas que ahora nos favorecen, no podemos fracasar, bajo la administración justa de un buen gobierno, en convertirnos en un pueblo grande y feliz.

Los ciudadanos de Estados Unidos de América tienen el derecho a autofelicitarse por haber brindado a la humanidad ejemplos de una política liberal y amplia, una política digna de imitar. Todos poseen por igual libertad de conciencia y las protecciones de la ciudadanía.

Ahora ya no se habla más de tolerancia, como si por la indulgencia de una clase de gente, otra pudiese disfrutar del ejercicio de sus inherentes derechos naturales, porque afortunadamente, el Gobierno de Estados Unidos, que no apoya la intolerancia, no ayuda a la persecución, requiere solamente que quienes vivan bajo su protección se comporten como buenos ciudadanos al brindarle su apoyo real en todas las ocasiones.

No sería consistente con la franqueza de mi carácter no reconocer que me complace la opinión favorable de ustedes sobre mi gobierno y los fervientes deseos por mi felicidad.

Que los hijos de la familia de Abraham que habitan este sueño continúen mereciendo y disfrutando la buena voluntad de los otros habitantes, mientras cada uno pueda sentarse sin peligro bajo su propia parra e higuera y que nadie le haga sentir miedo.

Que el padre de todas las misericordias derrame luz y no oscuridad en nuestro camino, y que nos vuelva a todos útiles en nuestras respectivas vocaciones aquí, y en Su propio tiempo y manera, felicidad eterna

 

George Washington