En esta sección encontrará los artículos que presentan la defensa de los valores judeocristianos que forman la base de la civilización occidental. El autor, Dennis Prager, detalla en su exposición la importancia de estos valores como individuos y como sociedad.
Con esta primera columna inauguro una serie de artículos dedicada a explicar y defender el caso por los llamados valores judeocristianos. Hay una batalla épica desarrollándose ahora en el mundo sobre qué sistema de valores adoptará la Humanidad.
Para los que creen en los valores judeocristianos, lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, éstos vienen de Dios, no sólo del raciocinio ni del corazón, ni del Estado, ni por mayoría absoluta.
Aquellos que no creen que los valores morales deben venir de la Biblia o que su base sea la enseñanza moral de Dios, argumentan que tienen una mejor fuente de valores: la razón humana.
¿A quién salvaría Ud. primero, a su perro, al que Ud. quiere, o a un extraño si ambos se estuvieran ahogando? La respuesta dependerá de su sistema de valores. Una de las más obvias y significantes diferencias entre valores laicos y los judeocristianos conciernen el valor humano.
Parte V: Judaísmo y Cristianismo
Antes de seguir con el caso por los valores judeocristianos, es momento de contestar una pregunta hecha con frecuencia por judíos, cristianos y otros: ¿Cómo es eso de los «valores judeocristianos» cuando el judaísmo y el cristianismo tienen creencias distintas, a veces hasta mutuamente excluyentes?
Con el declive de la autoridad de los valores judeocristianos en Occidente, mucha gente buscó fuentes externas de estándares morales para decidir lo que está bien y lo que está mal.
¿Odia Ud. el mal? Muchos de los humanos no lo hacen. Pero si Ud. cree en los valores judeocristianos, entonces debe hacerlo. Uno de los valores centrales de la Biblia es su odio al mal. En verdad, es la única cosa que la Biblia nos manda a odiar.
Parte VIII: El término judeocristiano
Algunos judíos y cristianos se oponen al término judeocristiano. ¿Cómo puede haber valores judeocristianos, preguntan, si el judaísmo y el cristianismo difieren?
Hay muchos ejemplos del esfuerzo contemporáneo de deshacer el deseo de vivir de los valores judeocristianos y afirmar el natural deseo mortal que pervive en el alma humana.
Es difícil exagerar la profundidad de las diferencias entre la visión judeocristiana del mundo y la de sus opositores, muy particularmente los de la izquierda. Presupone, por ejemplo, la pregunta misma de si hay un orden en el mundo.
El elemento clave de la moralidad judeocristiana simplemente sigue siendo éste: El bien y el mal existen independientemente de la opinión personal o de la sociedad.
Si los judíos fuesen fieles a su misión, estarían junto a los cristianos que trabajan para llevar los valores de la Torá al mundo. Por consiguiente, los judíos deberían estar a la vanguardia de los que difunden los valores judeocristianos.
Parte XIII: El significado de la vida
Si no hay un Dios tal y como lo entienden las religiones judeocristianas, la vida es un hecho casual sin sentido. Ni Ud. ni yo tenemos importancia alguna, nuestra existencia no tiene más significado que el de una roca en Marte.
Parte XIV: ¿Valores superiores?
Simplemente sería cobardía intelectual el negar que el sistema de valores que uno tiene no implica su superioridad sobre algunos o todos los otros valores.
Parte XV: Lo animal y lo divino
Hay un continuo desde lo profano hasta lo sagrado que coincide con las bases duales de la creación humana: Lo animal y lo divino.
Si a Ud. le importa el bien y el mal, entonces no puede convertir a la naturaleza en objeto de adoración.. Y como el bien y el mal es lo que a Dios le interesa más que nada, la adoración de la naturaleza es antitética a los valores judeocristianos.
Parte XVII: Sin humanos, la naturaleza es intrascendente
La noción de que fue el laicismo, y no los valores judeocristianos, lo que posibilitó la investigación científica constituye quizá la mayor victoria propagandística de la historia. En palabras del Talmud, toda persona debe mirar al mundo y decir: «El mundo fue creado para mí».