El núcleo socialista: Colectivismo, justicia social y estatismo

Increíblemente ya pasaron dos décadas del siglo XXI y todavía existen personas que no entienden las consecuencias catastróficas que el socialismo conlleva, ya sea en el ámbito económico, social, político o cultural. Lo que nos dejaron los dos siglos pasados fueron más de 150 millones de muertos por a causa de imponer estas medidas que corrompen las libertades y los derechos de propiedad privada.

Distintos autores sostienen que esto se debe a que estas personas llevan una especie de “chip” colectivista que los hace incapaces de ver la realidad. Ignoran todo tipo dato empírico refugiándose detrás de la frase “eso no es el verdadero socialismo”. A su vez, transmiten toda la culpa a la persona encargada de hacer cumplir la agenda socialista. Es decir, cuando este sistema fracasa, sostienen una y otra vez que la culpa es de la persona –presidente o dictador- que estuvo a cargo de imponer estas medidas, ignorando la posibilidad de que la culpa en realidad sea del sistema intervencionista, colectivista, estatista y esclavista que ellos veneran.

Este artículo no es para adentrarme mucho en las características del socialismo, sino que está más enfocado en intentar realizar una especie de reflexión para una luego concienciar una de dos cosas (o las dos):

  1. El colectivismo no sirve, la justicia social es injusta, y el estatismo provoca corrupción

Para Ludwig von Mises, uno de los mayores referentes de la filosofía liberal del siglo XX, el colectivismo es “el arma de quienes desean matar el espíritu y pensamiento”. Esta definición se ve plasmada en los grupos referentes tanto de la izquierda clásica –supuestos defensores de la clase trabajadora- como de la nueva izquierda como los lobbys feministas, LGBTIQ+, ecologistas, etc.

La creencia colectivista se basa en anteponer la sociedad por sobre el individuo. Lo que hay que tener en cuenta es que no existe la sociedad independientemente de los individuos que la componen, las consecuencias de poner en marcha esta acción terminan en que las minorías más ruidosas son las que consiguen el poder político para su favor. Estas minorías, si son autoritarias, sólo van a atentar contra libertades de individuos pertenecientes al grupo “silencioso”.

La justicia social es la medida de acción llevada a cabo a raíz del pensamiento colectivista, es decir, es el colectivismo llevado a la práctica.

Los defensores de la justicia social sostienen que cuando una persona es más pobre que otra es un hecho verdaderamente injusto, y obligan a que el Estado a través del monopolio de la fuerza y la coacción, que las personas con más ingresos tengan que repartir sus ganancias (generados del fruto de su transpiración) con los de menos ingresos, es decir, el fruto del trabajo de otra persona debe ser repartida equitativamente entre los demás individuos. ¿Qué tipo de “justicia” se basa en el hecho de apropiarse de la propiedad de alguien para favorecer a otros? si una persona no puede disfrutar y poseer del 100% del fruto de su trabajo porque le son quitados a través de la coerción ¿es verdaderamente libre?

Un punto bastante fundamental que debo aclarar es que la riqueza de cualquier persona se produce a través de tres factores principales, según Miguel Anxo Bastos, algunos pensadores liberales y conservadores estos factores son: ahorro, inversión y trabajo duro. Una persona pobre justamente es pobre porque no tiene en cuenta estos tres factores. Ahorrar para invertir y trabajar duro para ahorrar. Trabajar duro no sólo quiere decir con esfuerzo, sino también con inteligencia.

Ahora bien, ayudar a una persona con menos recursos siempre es bueno y en lo personal, estaría de acuerdo que todas las personas con mayores recursos lo hagan. Pero una persona no puede obligar a otra –a través de la coerción- a ayudar a los demás. La caridad a punta de pistola es un delito, parafraseando a Rothbard. En resumen, cualquier persona puede hacer lo que desee con el fruto de su trabajo, mientras no violente las libertades individuales de los demás.

Ahora viene la explicación del tema que entrelaza los dos puntos anteriores para ponerlo a prueba en una determinada sociedad. El estatismo son las medidas que impone el aparato estatal para politizar sus propuestas o volverlas parte de la ley. El colectivismo y la justicia social no existirían —o al menos no sería obligatorio— si no fuese porque el Estado las impone. Estatizar cualquier tipo de medidas totalitarias implica obligar a las personas a no poder opinar de determinada manera y realizar acciones que sólo sean acordes a esas leyes.

Los pensamientos paleoconservadores, paleolibertarios y liberales coinciden en que el estatismo, mientras que no potencie los tres derechos naturales respectivos de la filosofía liberal, resulta ser altamente tóxico. El Estado no tiene que imponer medidas en las que se violen derechos de otras personas como es el caso de la mal llamada justicia social explicada anteriormente.

  1. Revelación contra la oposición

Como propósito de la batalla de ideas en la que estamos siendo partícipes directos, debemos instaurar un pensamiento reaccionario contra estas políticas autoritarias. Mientras que la mayoría que está del lado de la razón se quede en silencio los grupos subversivos, colectivistas, estatistas y empiristas seguirán corrompiendo nuestras libertades y si no reaccionamos pronto quizás se nos suprima hasta la libertad de pensar.

Claramente, instaurar esta oposición de ideas debe ser siempre desde la moralidad y la tolerancia, al imponer esta clase de pensamientos por la fuerza estaríamos actuando de la misma forma que estos contra quienes estamos luchando. La pelea debe ser dada con conocimientos, datos empíricos y razonamientos coherentes y objetivos. Es una guerra, una guerra que debe ser ganada desde la pasividad, pero con ruido. En cuanto nos demos cuenta que somos una mayoría, la libertad arrasará con el totalitarismo y el autoritarismo.

© El Club de los Viernes

 

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