La noticia es bien seria. Invitada por Venezuela, la Federación Rusa acaba de desplazar una potente escuadrilla aérea militar para realizar maniobras que están directamente vinculadas con «la defensa de Venezuela».
Dos bombarderos de última generación, Tu-160 aterrizaron en el aeropuerto internacional de Maiquetía acompañados de otros dos aviones militares rusos, uno de carga y otro de pasajeros. Los Tu-160 –los aviones militares más grandes de todos los que Rusia dispone- tienen capacidad para llevar armas nucleares y llegaron de pronto a Venezuela después de un vuelo de 10,000 kilómetros. No hay información específica que confirme o niegue que los aviones Tu-160 llevan armas nucleares. Su radio de acción supera los 5,000 kilómetros, y últimamente participaron activamente en la campaña rusa en Siria, donde utilizaron bombas convencionales.
El aterrizaje de la flotilla rusa ocurrió apenas un día después de las últimas elecciones municipales venezolanas, a las que el pueblo de Venezuela les dio la espalda, desde que la abstención de los votantes superó el 70%.
La reacción de Estados Unidos ante la sorpresiva aparición de los bombarderos rusos fue dura, desde que el secretario de estado, Mike Pompeo, se refirió a la flotilla militar rusa como evidencia del accionar de “dos gobiernos corruptos, malgastando fondos públicos y aplastando la libertad, mientras sus pueblos sufren”. El contenido del mensaje provocó una reacción inmediata en Moscú, que consideró al mensaje de Pompeo “completamente inapropiado”.
No es la primera vez que las fuerzas armadas de Venezuela y Rusia realizan maniobras militares conjuntas. Hace una década, ambos países participaron en maniobras navales conjuntas, en aguas venezolanas, a las que entonces se denominó “Venrus 2008”. En ellas se movilizaron unos 2,000 efectivos militares. Venezuela es uno de los clientes principales de la industria militar rusa, habiendo ya adquirido unos 4,000 millones de dólares de pertrechos de ese origen, incluyendo helicópteros y aviones de caza.
Pero lo más complicado de esta novedad es la aparición abierta de las fuerzas armadas rusas endosando a Venezuela en momentos en que el país caribeño ha sido repudiado, por dictatorial, por todo el llamado “Grupo de Lima”, que incluye a los principales países de nuestra región.
La presencia rusa es una señal de complicación que se suma a otra, también reciente, que es el aparente apoyo del nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a Nicolás Maduro, a quien invitó a su asunción presidencial.
Cuando la crisis humanitaria venezolana se agrava, la presencia militar rusa y el sorpresivo cambio de posición mexicano fortalecen a la dictadura que encabeza Nicolás Maduro.
Desde hace rato ya pensamos que la cuestión venezolana es un problema de paz y seguridad regional. La aparición de los bombarderos rusos confirma lo antedicho y extiende preocupación al hemisferio todo.
Para Nicolás Maduro, Vladimir Putin es un “aliado estratégico”. La “cercanía” de ambos países comenzó en tiempos del fallecido Hugo Chávez y es evidente que se ha mantenido inalterada a lo largo del mandato de Nicolás Maduro.
En paralelo a la repentina aparición militar rusa en Venezuela, la región trata de anticipar cuál podría ser la visión sobre la cuestión venezolana de Jair Bolsonaro, que se apresta a asumir la presidencia de Brasil. Por una parte, el líder brasileño anuncia que procurara “desideologizar” la política exterior de su país. Lo que obviamente no supone que permanecerá ajeno a lo que sucede en Venezuela. Ocurre, por otra parte, que Brasil es uno de los países que está directamente sufriendo la emigración de los muchos venezolanos que cruzan la frontera para radicarse en el país vecino en busca de libertad y de mejores condiciones de vida. Brasil, entonces, soporta –especialmente en el estado de Roraima- las duras consecuencias humanas de la profunda crisis venezolana, que ya ha producido cuatro millones de emigrantes.
Cuando América Latina contempla con creciente preocupación el devenir del desastre venezolano, la repentina aparición de las fuerzas armadas rusas junto a las venezolanas, anunciando que están participando en maniobras que tienen que ver con la “defensa” venezolana parece complicar enormemente un escenario de por sí difícil y supone una lamentable injerencia en nuestra región, que luce sumamente peligrosa.
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