La falacia de la educación gratuita

Comenzaron en el Capitolio las audiencias públicas de los seleccionados por el presidente Donald Trump para ocupar los puestos en su gabinete. Una de estas personas es Betsy DeVos y su nominación para dirigir el Departamento de Educación despertó mucha controversia entre los de izquierda.

Aunque la controversia no me interesa mucho, sí es de interés el intercambio de la nominada con el senador Bernie Sanders. En sus preguntas a la nominada, el senador le pregunto si ella favorecería el plan de Sanders sobre educación universitaria gratuita en Estados Unidos. Betsy DeVos respetuosamente respondió que estudiaría la propuesta, pero añadió que “nada en la vida es gratis”. Sabias palabras a las que deberían prestarles atención tanto el senador Sanders como los que apoyan la educación universitaria gratuita. Sin embargo, sospechamos que no será el caso este no es el caso y es importante discutir y analizar la propuesta de Sanders y las consecuencias al sistema de educación universitaria de América.

La propuesta de Sanders es ambiciosa y a cualquiera le suena bien. Gratis, ¿a quién no le gusta algo gratis? Mejor aún que algo caro como la educación de pronto se vuelva gratuito es realmente tentador. Esta propuesta consta de seis puntos: Primero, hacer gratuita la matricula en las universidades públicas. Segundo, que el gobierno federal no obtenga ganancias de los préstamos que haga. Tercero, recortar los intereses de los préstamos estudiantiles. Cuarto, permitir que los préstamos estudiantiles puedan ser refinanciados. Quinto, que el gobierno federal y el estatal ayuden a estudiantes de familias de escasos recursos a estudiar libre de deudas. Sexto, el plan sería financiado poniendo los impuestos necesarios a Wall Street para costear el plan.

Esta ambiciosa propuesta sufre de algunos problemas. Primero, como DeVos señaló en su audiencia, no hay nada gratis en la vida. Para pagar el plan, el dinero tiene que salir de algún lado. Esto en realidad quiere decir que saldrá de las sobrecargadas arcas de los estados y del gobierno federal, cuya situación fiscal está bastante comprometida como para ponerle una carga más. Segundo, el supuesto impuesto a Wall Street no va a recaudar el dinero necesario para financiar el programa; siempre es el contribuyente común y corriente el que acaba pagando por los programas. Tercero, eliminar las ganancias e intereses de los préstamos estudiantiles somete a las arcas del tesoro federal a mayor presión para poder proveer préstamos estudiantiles sin reinvertir en la cartera de préstamos. Cuarto, como todo programa del gobierno, los gastos acaban siendo más de lo presupuestado y esto puede obligar a las universidades a poner un tope a los estudiantes que pueden aceptar cumpliendo los requisitos de una matrícula  gratuita.

Las consecuencias de implementar semejante política es lo verdaderamente preocupante. Muchos de los que favorecen esta política pública indican que esta medida es justa y beneficiaría a los más pobres. Sin embargo, la experiencia en otros países nos indica que generalmente son las clases medias y altas las que se benefician, por ejemplo, universidades en Escocia. Con una propuesta como ésta, al pasar el tiempo veríamos cómo se reducen las plazas abiertas para estudiantes domésticos en universidades de renombre en favor de estudiantes internacionales que sí pagarían la matrícula completa. Otro aspecto importante es el costo ya que puede hacer difícil que el gobierno y las universidades puedan ofrecer programas de becas a estudiantes de escasos recursos para ayudar a cubrir otros gastos de la vida universitaria. Esto se debe a que esos fondos para becas podrían acabar utilizados para cubrir la matrícula gratuita.

Estas propuestas no resuelven el problema sino que lo empeoran, afectan de forma considerable las finanzas del país y no resuelven el verdadero problema: La inflación en los costos educativos. Las intenciones del senador Sanders y de los que apoyan esta propuesta serán muy nobles pero la realidad es que la propuesta es sumamente cara y va en contra de los ciudadanos de pocos recursos.

 

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