Libertad individual

Diferencias entre liberalismo y socialismo

Nota del editor: La correcta interpretación de las palabras liberalismo/liberalism dependerá a menudo de si el artículo fue originalmente escrito en inglés o en español. Para más detalles, lea: La definición de “liberalism” en Estados Unidos.

Es generalmente entendido que quienes propugnan una línea liberal de pensamiento consideran que la libertad es el mayor tesoro del ser humano, mientras que quienes simpatizan con líneas socialistas de pensamiento, consideran que la igualdad entre seres humanos debe ser un fin del accionar de hombres y gobiernos.

Debemos admitir que ambas líneas de pensamiento buscan el mejoramiento y el bienestar humano; sin embargo las implicancias de ambas posturas son diametralmente opuestas. El liberalismo es esencialmente filantrópico: cree que el ser humano no necesita de fuerzas coercitivas para practicar valores éticos como el respeto, la tolerancia o la solidaridad.

En cambio, el socialismo nace de una visión misantrópica del ser humano: el hombre libre es incapaz de conductas éticas y ante la falta de fuerzas coercitivas moralizantes, es guiado por el egoísmo hedonista. Los hombres son malos y egoístas, por lo tanto si los dejamos a su libre albedrío producen sociedades malas y egoístas. Por ello los socialistas tienen una visión mesiánica de si mismos: solo personas con una moralidad superior al común de los hombres pueden poner orden a la sociedad y devolverle un sentido ético. Personajes como Tomás de Torquemada, Vladimir Lenin o Adolf Hitler en el pasado y Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales en tiempos más recientes encajan en este perfil del líder mesiánico, éticamente superior al resto de la población y encomendado (¿por quién?) a reformar a una sociedad en decadencia. Y por supuesto el medio para reformar esa sociedad mala es generalmente la violencia y la supresión de la libertad.

El liberal no juzga las preferencias de otros, sin que eso signifique que él mismo no tenga fuertes preferencias y valores propios. El católico liberal vive su fe y no encuentra ningún problema en que otros practiquen otras creencias; el católico socialista cree que todos deberían ser católicos y socialistas. El ateo liberal cree que la única forma de imponer sus creencias es mediante la razón; el ateo socialista cree que el Estado debe eliminar la religión por ser el opio del pueblo. Un liberal puede perfectamente admitir el derecho de otros a practicar la prostitución o a consumir drogas, aunque él mismo no lo haga y tenga fuertes objeciones éticas respecto a estas prácticas.
El socialista en cambio, quiere imponer su visión ética a toda una sociedad, aunque sea por la fuerza y lo que para él es malo, debe ser prohibido y castigado por el Estado.

Finalmente, el socialista cree que la persona común es idiota, no sabe lo que quiere, no sabe lo que es bueno o malo y hay que tratarla como un niño. Por ello por dar un ejemplo, para el socialista, el Estado debe obligar a los ciudadanos a ahorrar en fondos de pensiones manejados por el Estado, porque el ciudadano común, irresponsable como es, no puede ahorrar por su cuenta ni prever para el futuro.

El liberal no niega que hay idiotas e irresponsables en este mundo (un ejemplo son los socialistas mesiánicos), sin embargo considera que el ser humano, como persona libre, debe responsabilizarse de sus acciones. Por ello, para el liberal, el Estado no debería interferir en decisiones que son estrictamente personales como ser la creencia religiosa o la decisión de ahorrar para el futuro.

 

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