América Latina y sus venas abiertas

En la Quinta Cumbre de las Américas de 2009, Hugo Chávez le obsequió un libro al expresidente estadounidense Barack Obama, titulado Las Venas Abiertas de América Latina. El libro, escrito en 1971 por el uruguayo Eduardo Galeano, es un clásico de la literatura de la izquierda latinoamericana. Movido dentro de ese círculo, se tradujo a varios idiomas. Sus reproducciones alcanzaron un millón de copias, aunque el número de lectores sea infinitamente menor.

La entrega del libro fue más que nada un acto político. Lo más seguro es que Chávez nunca lo haya leído y que no esperara que Obama lo leyera, y no por razones ideológicas. El libro es tan insufriblemente primitivo y aburrido en sus infantiles elucubraciones que el mismo autor, Eduardo Galeano, dijo en una conferencia de prensa celebrada durante la Segunda Bienal del Libro en Brasilia de 2014: «No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital…Intentó ser una obra de economía política, sólo que yo no tenía la formación necesaria». Todos los que algún día tratamos de leer el libro estamos de acuerdo con el autor. En lo personal, sospecho que del millón de ejemplares impresos sólo unos cuantos lograron leerlo sin que les pasara lo que el mismo Galeano dijo que le sucedería a él mismo, de haberlo releído.

Sin duda alguna, Chávez regaló el libro porque su título es dramáticamente sugestivo. Cuando Galeano lo escribió, las venas abiertas a las que se refería se supone que eran las dejadas por la misma excusa que América Latina siempre ha puesto por no haberse desarrollado en cinco siglos: la explotación por parte de las naciones desarrolladas. A través del título, Chávez estaba culpando a Obama por el subdesarrollo de Latinoamérica. Era para que, viéndolo en su biblioteca, Obama reflexionara.

La historia, sin embargo, se desarrolló de tal manera que los que vemos este libro en nuestras bibliotecas no pensamos en españoles o estadounidenses explotando a América Latina sino en cómo Chávez y sus colegas, los Castro, la Kirchner, Correa y tantos otros mal llamados izquierdistas han inyectado odio en América Latina y la han saqueado en los siglos XX y XXI, en procesos de desangramiento que todavía han dejado las venas abiertas en la región.

El efecto negativo de estos tiranos no se ha limitado a haber dilapidado los recursos naturales de sus países, dejándolos no solo sin dichos recursos sino también con deudas enormes. En sus inserciones de odio, inyectaron también ideas terriblemente nocivas para el desarrollo de nuestros pueblos, haciéndoles creer que la riqueza está allí sólo para agarrarla, que no requiere educación y trabajo, que para tenerla sólo se requiere votar o apoyar al político que transmite este mensaje. Usando esta mentira, prometiendo esas riquezas fáciles, los regímenes de Cuba y Venezuela han impuesto las peores tiranías de la historia de la región y, en lugar de generar riqueza, han conducido a sus países a los peores modelos de pobreza que el subcontinente ha experimentado. De igual manera, han terminado con las dos cosas que podrían haber generado aquella riqueza para sus pueblos: la libertad y la inversión en capital humano.

Previo a Hugo Chávez Frías, Venezuela era pobre, porque su población era ignorante, pero tenía una gran riqueza en términos de petróleo. Chávez, o cualquier gobierno venezolano, podría haber convertido la riqueza de petróleo en riqueza de capital humano, extrayendo el petróleo, comerciándolo e invirtiendo las ganancias para que la nación diese un salto de calidad en materia de educación, salud y seguridad. Los ingresos generados por el boom del petróleo, que duró del 2003 al 2013, fueron suficientes como para lograr ese salto de calidad. Pero Chávez y Maduro no hicieron esto. El pueblo sigue siendo igualmente ignorante, pero el petróleo con el que pudo haberse educado ya no existe. Lo propio ha sucedido en Cuba, cuyos líderes supieron dilapidar su riqueza de azúcar en los años 1950-1960, transformándose a uno de los países más ricos de América Latina en uno de los más pobres. Igual desperdicio han causado estos regímenes en toda la región.

Ésas son las verdaderas «venas abiertas de la América Latina».

 

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