¿Por qué será que algunos países son pobres y necesitados mientras otros son ricos y poderosos? O, como algunos dicen, ¿será que las circunstancias históricas y la escasez de recursos limitan el progreso de los países del Tercer Mundo? ¿O quizá será que el éxito de un país depende de las medidas específicas que tome el gobierno? ¿Será que la clave del éxito está en el abstracto –pero poderoso– concepto de libertad?
Por años, expertos en política y economistas de la Fundación Heritage han estado estudiando la relación entre la libertad económica y la prosperidad. Los autores han catalogado sus hallazgos en la publicación anual titulada Índice de Libertad Económica. El Índice analiza a varios factores que incluyen: la presión fiscal, la facilidad para abrir un negocio, la transparencia y efectividad del sistema judicial y el nivel de corrupción, entre otros.
Los autores afirman que en sociedades con economías libres, los individuos son libres para trabajar, consumir e invertir como prefieran, además son libres de quedarse con una mayor parte del dinero, fruto de su trabajo. En pocas palabras, el Estado protege la libertad.
Cuando hay buena y acertada política económica, el comercio florece, abriendo las puertas a una mejor calidad de vida para sus ciudadanos. En países con muy poca libertad económica, surge en efecto un cierre de puertas a la inversión extranjera y eso complica el desarrollo económico.
La diferencia en la calidad de vida entre países de economías libres y economías reprimidas es evidente. Por ejemplo, el promedio del salario en países de economías libres es casi 10 veces más alto que en países de economías reprimidas. Este hallazgo confirma el argumento de los autores de que la prosperidad resulta en menos analfabetismo, mejor acceso a la educación y más atención medica.
En otras palabras, un gobierno puede elegir adoptar medidas que respalden el desarrollo y que incrementen las oportunidades para el pueblo. Por ejemplo, un país puede reducir la regulación empresarial para que la gente se anime a abrir un negocio. O el Estado puede reducir algunos impuestos para que la gente pueda decidir por sí misma cómo gastar o invertir su dinero. Por ultimo, un país puede decidir fortalecer su sistema judicial y no tolerar la corrupción para así atraer la inversión extranjera.
Estas recomendaciones específicas contradicen los argumentos izquierdistas de que los países latinoamericanos se encuentran en la pobreza por circunstancias históricas y por culpa del imperialismo. Si ése fuera el caso, Hong Kong y Singapur se encontrarían en la pobreza ya que los dos fueron colonias del Imperio Británico.
Gracias a varios carismáticos caudillos, el llamado de la demagogia ha tenido una racha de éxito en muchas partes del mundo donde se promueven recetas socialistas que suenan bien pero que no dan resultados. La libertad es algo hermoso y, como los autores del Índice demuestran empíricamente, sí tiene el poder de mejorar las condiciones de pueblos enteros.
© Heritage.org (Versión en inglés) | © Libertad.org (Versión en español)