A comienzos del presente mes, la presidente socialista de Chile, Michelle Bachelet, entregó su última cuenta pública ante el Congreso pleno y el país. En la ocasión se enfocó en señalar los, a su parecer, logros de la gestión realizada, siendo lo llevado a cabo en el ámbito educacional uno de los elementos que más destacó. Al respecto señaló que las reformas impulsadas por su gobierno están convirtiendo al sistema escolar chileno en una real palanca de desarrollo. Estas palabras necesariamente deben ser complementadas con las que emitió un día antes para EFE, medio al cual le indicó que las reformas emprendidas en su segundo gobierno pusieron fin al sistema neoliberal que se apoderó del país.
Si bien la presidente Bachelet tiene el derecho de apreciar su gestión como más le plazca, lo cierto es que ninguna de sus impresiones refleja la realidad. El sistema neoliberal, por lo menos en lo que a educación se refiere, no es tal. El sistema escolar chileno se asemeja más a uno propio de un Estado docente que a uno de escuelas libres, donde la libertad de enseñanza campea con la frente en alto. Y respecto a la palanca aludida para el desarrollo, lo único claro es el precario estado en el cual se ha dejado al sistema escolar del país. Prueba de aquello es la denominada Ley Miscelánea, la cual a menos de un año de que entrase en vigencia la ley que prohíbe el lucro, el copago y la selección en la educación escolar, es promulgada con la finalidad de permitir un adecuado funcionamiento del sistema escolar, modificando una serie de cuerpos legales.
El legado del gobierno de Michelle Bachelet, ciertamente será reconocido, y lo será por sus errores. Basta solo con hacer presente las palabras con las cuales a poco de haber asumido el cargo, el ex Ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre, cuestionó groseramente la capacidad de las familias al momento de escoger el colegio para sus miembros y denostó de paso a los emprendedores de la educación. No conforme con eso desecha de la siguiente manera la opción de que el mercado intervenga en la industria escolar: “Suponer que vamos a poder organizar una educación eficiente en base a que los productores lleguen a ella atraídos por la ganancia, por lucro, y que la disciplina se va a producir porque los consumidores bien informados van a elegir el mejor producto, no es así (…)”. Las palabras del secretario de estado hacen recordar el cuestionamiento que hizo Edwin G. West en su libro La Educación y el Estado acerca de tales expresiones de soberbia y arrogancia: “(…) los que sostienen que el adulto medio es incompetente para emplear o elegir un maestro directamente deben explicar por qué se le presume competente para seleccionar adecuadamente a un representante político, para que éste elija al maestro indirectamente, a través de la autoridad del gobierno elegido”.
La aprobación de la Ley Miscelánea a comienzos de este año, no hace más que ratificar la veracidad de las denuncias que se realizaron durante la tramitación la reforma escolar, las cuales fueron sindicadas como una campaña del terror por la misma Presidente de la República. Lamentablemente la ley en vez de enmendar los errores de la reforma aprobada, los mantiene y sigue ignorando las preocupaciones de las comunidades escolares, solo retrasando algunos de sus nocivos efectos, haciendo que sean otros los que se hagan responsables de aquellos y le busquen solución. Ejemplo de esto es la ampliación del plazo para que las escuelas que actualmente funcionan como sociedades comerciales adquieran la propiedad del inmueble en el cual operan, siempre y cuando se establezcan como una organización sin fines de lucro antes del último día de junio, esto es, en el momento preciso en el cual se debe demostrar el éxito de la reforma escolar en un ambiente electoral.
El gobierno de Bachelet será recordado por sus extravagancias ideológicas, por la ceguera ante los nefastos efectos de aquello. Por haber destruido el mejor sistema escolar de América Latina, donde el costo de eso será pagado por los alumnos y sus familias. Sera recordado por su infinita arrogancia, por la caricaturización hecha de las familias y de los emprendedores de la educación. Por desconfiar de las personas, por desconfiar de la sociedad.
Lamentablemente el gobierno de Michelle Bachelet prefirió ceder frente a sus caprichos y antojos, lo cual tiene a las familias observando como los dueños de escuelas destinan los recursos que deberían ir a las salas de clases, a la compra de fierros y ladrillos, al pago de asesorías para cumplir una nueva imposición respecto a su organización jurídica. Y con gran pesar, el país y el mundo entero observan como nuevamente un gobierno de izquierda desvía el foco de lo más importante en el aspecto escolar, a saber, el aula, las familias y los educandos.
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