El creciente éxodo fiscal en Estados Unidos

En Estados Unidos se aplican distintas cuotas tributarias dependiendo del territorio. No obstante, una generosa exención introducida hace décadas en las leyes impositivas federales había permitido que millones de contribuyentes descuenten parte de los impuestos que pagan a nivel estatal de su declaración al IRS (Servicio de Impuestos Internos). En la práctica, esto ha contribuido a «maquillar» el elevado peso de los gravámenes regionales vigentes en algunos de los bastiones de la izquierda americana, caso de California o Nueva York.

Pero la reforma tributaria impulsada por la Casa Blanca y aprobada por la Cámara y el Senado ha terminado con dicha deducción. Esto tiene importantes implicaciones para la economía estadounidense, puesto que el recargo que esto supone en la declaración puede reducir sustancialmente los ingresos netos de los trabajadores mejor pagados del país del Tío Sam.

Para entenderlo mejor, imaginemos el caso de un trabajador residente en Los Ángeles que gana 100,000 dólares al año. Tiene fijada su residencia fiscal en California, de modo que paga un tipo federal cercano al 40% en el impuesto sobre los ingresos. Por si esto no fuese suficiente, a nivel estatal, California le cobra un tipo adicional del 13%, de modo que su factura combinada alcanza, a priori, el 53%. Sin embargo, la deducción que estaba en vigor hasta 2017 permitía que una parte de ese 13% exigido por el fisco estatal fuese compensada con los impuestos pagados a nivel federal. En la práctica, esto reducía el tipo combinado de manera significativa: en vez de un 53% derivado de sumar el 40% federal y el 13% estatal, nuestro trabajador terminaba abonando un gravamen efectivo comprendido entre el 47 y el 48%, un ahorro de unos $6,500 dólares al año. Sin embargo, la nueva fiscalidad elimina esa distorsión y evita que las subidas de impuestos aprobadas a nivel estatal se vean compensadas por las deducciones tributarias pactadas a nivel federal.

Como explican Arthur Laffer y Steven Moore en las páginas del Wall Street Journal, el cambio puede suponer un importante punto de inflexión en materia de competencia fiscal. En Estados Unidos hay nueve territorios que no aplican ningún recargo en el impuesto sobre los ingresos, caso de la Florida, Texas o Nevada. Estas demarcaciones saldrán beneficiadas con el nuevo sistema, mientras que los residentes en California, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Connecticut o Minnesota enfrentarán un aumento tributario significativo.

Laffer y Moore apuntan que las migraciones dejando esos estados ya venían produciéndose en los últimos tiempos: «Durante la última década, 3.5 millones de personas se han mudado de los territorios de la Unión con los impuestos más altos a las jurisdicciones del país con los impuestos más bajos. Texas y la Florida han ganado 50,000 millones de dólares de renta anual gracias a estas dinámicas, mientras que California y Nueva York han perdido 23,000 millones por esta misma vía».

Basándose en los patrones migratorios de los últimos años, Laffer y Moore creen que California y Nueva York perderán unos 800,000 residentes en los tres próximos años debido al encarecimiento fiscal derivado del nuevo marco tributario. También habrá una notable hemorragia en Connecticut, Nueva Jersey y Minnesota, que perderán cerca de 500,000 habitantes por este motivo. «La izquierda debería tomar nota y hacer cuentas: de poco sirve subir el tipo estatal máximo al 13% si las rentas altas hacen las maletas y se van», apuntan acertadamente ambos analistas.

 

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