Discurso de Donald Trump el 6 de julio de 2017 en la Plaza Krasinski, Varsovia, Polonia sobre la historia de Polonia y la supervivencia de la civilización occidental
Hemos venido a su país para transmitir un mensaje importante: Estados Unidos ama a Polonia y al pueblo polaco (Aplausos). Gracias.
Los polacos no sólo han enriquecido enormemente a esta región, sino que también los polaco-americanos han enriquecido a Estados Unidos. Y yo me siento orgulloso de haber recibido su apoyo en las elecciones de 2016 (Aplausos).
Es un gran honor para mí estar en esta ciudad junto al monumento al levantamiento de Varsovia, y dirigirme a la nación polaca en la que tantas generaciones han soñado, una Polonia segura, fuerte y libre (Aplausos).
El presidente Duda y su maravillosa primera dama, Agata, nos han recibido con el enorme cariño y calidez por los que se el pueblo polaco es conocido en todo el mundo. (Aplausos).
Gracias.
Quiero darles las gracias sinceramente a ambos, y de una forma especial asimismo a la primer ministra Szydlo (Aplausos). Nos agrada que el famoso expresidente Lech Walesa, que dirigió el movimiento Solidaridad, esté también con nosotros hoy (Aplausos). Gracias, muchas gracias.
En nombre de todos los estadounidenses, permítanme que le dé las gracias también a todo el pueblo polaco, por la generosidad que han mostrado al dar la bienvenida a nuestros soldados en su país. Estos soldados no sólo son unos valientes defensores de la libertad, sino que también son símbolos del compromiso de Estados Unidos con su seguridad y su lugar en una Europa fuerte y democrática.
Nos enorgullece contar asimismo contar con la presencia en el escenario de soldados de Estados Unidos, Polonia, Gran Bretaña y Rumania (Aplausos). Gracias. Buen trabajo.
El presidente Duda y yo acabamos de salir de una reunión muy fructífera con los líderes que participan en la Iniciativa de los Tres Mares. Estados Unidos está deseando ampliar su colaboración con los ciudadanos de esta gran región. Queremos reforzar los vínculos comerciales según van creciendo sus economías. Y tenemos el compromiso de garantizar su acceso a fuentes alternativas de energía, de forma que Polonia y sus países vecinos no se vean nunca más rehenes de un único proveedor de energía (Aplausos).
Señor Presidente, lo felicito, así como al presidente de Croacia, por su liderazgo en esta histórica Iniciativa de los Tres Mares (Aplausos). Muchas gracias.
Ésta es mi primera visita a Europa Central como presidente y me emociona que se haya producido aquí, en esta magnífica y bella tierra. Es preciosa (Aplausos). Polonia se encuentra en el corazón geográfico de Europa. Pero lo más importante es que en el pueblo polaco podemos ver el alma de Europa. Su nación es grande porque su espíritu es grande y fuerte (Aplausos).
Durante dos siglos, Polonia ha sufrido ataques constantes y brutales. Pero aunque Polonia fuera invadida y ocupada e incluso sus fronteras fueran borradas del mapa, nunca podría borrarse de la historia o de vuestros corazones. Durante esos días sombríos, perdisteis vuestra tierra, pero nunca perdisteis vuestro orgullo (Aplausos).
Por todo ello, os digo hoy con auténtica admiración que desde las granjas y pueblos de vuestras zonas rurales, hasta las catedrales y las plazas de vuestras grandes ciudades, Polonia vive, Polonia prospera y Polonia vence (Aplausos).
A pesar de todos los intentos de transformaros, oprimiros o destruiros, habéis conseguido resistir y sobreponeros. Sois la orgullosa patria de Copérnico – pensar en ello… (Aplausos), de Chopin, de San Juan Pablo II. Polonia es tierra de grandes héroes (Aplausos).
Y sois un pueblo que conoce el auténtico valor de lo que defendéis.
El triunfo del espíritu de Polonia a lo largo de siglos de adversidades nos da a todos esperanza en un futuro en el que el bien venza al mal y la paz se imponga a la guerra.
Para los estadounidenses, Polonia ha sido un símbolo de esperanza desde la creación de nuestra propia nación. Héroes polacos y patriotas estadounidenses lucharon juntos en nuestra Guerra de la Independencia y en muchas guerras posteriores. Y actualmente, nuestros soldados siguen sirviendo juntos en Afganistán e Irak, combatiendo contra los enemigos de la civilización.
En Estados Unidos, nunca hemos dejado de creer que el derecho y el destino del pueblo polaco son la libertad y la independencia. Y nunca lo haremos, jamás (Aplausos).
Nuestros dos países comparten un vínculo especial forjado por sus historias únicas y sus respetivos caracteres nacionales. Es una colaboración que se da sólo entre aquellos que han luchado, derramado sangre y muerto por la libertad (Aplausos).
Los signos de esa amistad se alzan en la capital de nuestro país. A poca distancia de la Casa Blanca hemos alzado estatuas en honor de hombres llamados Pulaski y Kosciuszko (Aplausos).
Lo mismo se puede decir de Varsovia, donde hay una calle que lleva el nombre de George Washington, y se yergue un monumento a uno de los mayores héroes del mundo, Ronald Reagan (Aplausos).
Por ello, no me encuentro hoy aquí solo para visitar a un viejo aliado, sino para destacarlo como ejemplo para otros que buscan la libertad y que intentan reunir el valor y la voluntad necesarios para defender nuestra civilización (Aplausos).
La historia de Polonia es la historia de un pueblo que nunca ha perdido la esperanza, que nunca ha sido doblegado y que nunca, nunca ha olvidado quién es (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Muchas gracias. Gracias. Es un gran honor.
Este es un país con más de 1,000 años de antiguedad. Sus fronteras fueron borradas durante más de un siglo y se restauraron hace sólo un siglo. En 1920, en el Milagro del Vístula, Polonia detuvo al ejército soviético, decidido a emprender la conquista de Europa (Aplausos).
Y 19 años después, en 1939, volvisteis a sufrir una invasión; en esta ocasión, de la Alemania nazi desde el oeste, y de la Unión Soviética desde el este. Un problema serio.
Fue muy duro.
Bajo esta doble ocupación, el pueblo polaco sufrió males indescriptibles: la matanza del bosque de Katyn, la ocupación, el Holocausto, el Gueto de Varsovia y su alzamiento, la destrucción de esta hermosa capital, y la muerte de casi uno de cada cinco ciudadanos polacos.
La activa población judía, la más numerosa de Europa, fue reducida prácticamente a la nada, tras el asesinato sistemático por parte de los Nazis de millones de ciudadanos judíos polacos, junto a otras muchas víctimas durante esa brutal ocupación.
En el verano de 1944, los ejércitos nazi y soviético se preparaban para una terrible y sangrienta batalla aquí mismo en Varsovia. En medio de ese infierno en la tierra, los ciudadanos de Polonia se alzaron en defensa de su patria.
Es para mí un profundo honor estar acompañado hoy en el escenario por veteranos y héroes del levantamiento de Varsovia (El presidente se vuelve hacia ellos y los aplaude. El público también aplaude).
PÚBLICO coreando: “¡Cześć i chwała bohaterom!” (¡Honor y gloria a los héroes!)
TRUMP: Qué magnífico espíritu. Rendimos homenaje a su noble sacrificio y nos comprometemos a recordar siempre vuestra lucha por Polonia y por la libertad. Gracias. Muchas gracias (Aplausos).
Este monumento nos recuerda que murieron más de 150.000 polacos durante esa lucha desesperada por derrocar a la opresión. Desde el otro lado del río, las fuerzas armadas soviéticas se detuvieron y esperaron.
Observaron cómo los nazis destruyeron despiadadamente la ciudad, asesinando de forma vil a hombres, mujeres y niños. Intentaron destruir para siempre a esta nación destruyendo su voluntad de sobrevivir.
Pero el carácter polaco tiene un valor y una fortaleza profundamente arraigados que nadie pudo destruir.
El obispo Michal Kozal, mártir polaco, lo expresó muy bien: “Más horrible que la derrota de las armas es el derrumbe del espíritu humano”. A lo largo de cuatro décadas de gobierno comunista, Polonia y el resto de naciones cautivas de Europa sufrieron una campaña brutal para destruir la libertad, vuestra fe, vuestras leyes, vuestra historia, vuestra identidad; la auténtica esencia de vuestra cultura y vuestra humanidad.
A pesar de todo ello, nunca perdisteis ese espíritu. Vuestros opresores trataron de doblegaros, pero Polonia no lo permitió (Aplausos).
Y cuando llegó el día, el 2 de junio de 1979, y 1 millón de polacos se reunieron en la Plaza de la Victoria para celebrar su primera misa con el papa polaco, ese día todos los comunistas de Varsovia seguramente supo que su sistema opresor se derrumbaría pronto (Aplausos).
Seguramente lo supieron en el preciso momento durante el sermón del papa Juan Pablo II en el que un millón de polacos, hombres, mujeres y niños, alzaron repentinamente la voz para entonar una plegaria común.
Un millón de polacos que no pedían riqueza, que no reclamaban privilegios. En vez de eso, 1 millón de polacos pronunciaron tres sencillas palabras: “Queremos a Dios”. En esas palabras, el pueblo polaco evocó la promesa de un futuro mejor.
Y encontraron fuerzas renovadas para hacer frente a sus opresores. Y encontraron las palabras para declarar que Polonia volvería a ser Polonia.
Hoy, frente a esta increíble multitud, esta nación fiel, todavía podemos oír esas voces cuyo eco ha resonado a lo largo de la historia. Y el mensaje es tan verdadero hoy como lo ha sido siempre. El pueblo polaco, el pueblo estadounidense y el pueblo europeo sigue clamando: “Queremos a Dios” (Aplausos).
Junto al papa Juan Pablo II, los polacos reafirmaron su identidad como nación devota de Dios. Y con esa poderosa declaración de quién sois, llegasteis a comprender qué hacer y cómo vivir.
Os alzasteis solidariamente contra la opresión, contra una policía secreta criminal, contra un sistema cruel y malvado que empobrecía vuestras ciudades y vuestras almas, y vencisteis. Polonia se impuso. Polonia siempre ganará (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Gracias.
En esa victoria sobre el comunismo, recibisteis el apoyo de una fuerte alianza de naciones libres de Occidente que desafiaron a la tiranía. Actualmente Polonia es uno de los miembros más comprometidos de la alianza de la OTAN, y ha recuperado su lugar como una de las principales naciones de una Europa fuerte, unida y libre. Una Polonia es fuerte es una bendición para las naciones de Europa, y son conscientes de ello. Una Europa fuerte es una bendición para Occidente, y para el mundo (Aplausos).
Cien años después de la entrada de fuerzas de Estados Unidos en la I Guerra Mundial, el vínculo transatlántico entre Estados Unidos y Europa es tan fuerte como nunca lo ha sido y quizás, en muchos aspectos, más sólido aún.
Este continente ya no se enfrenta al espectro del comunismo. Pero hoy estamos en Occidente y es necesario decir que existen amenazas urgentes para nuestra seguridad y nuestra forma de vida.
Ya sabéis lo que está ocurriendo. Existen amenazas. Y les haremos frente. Y ganaremos. Pero las amenazas son reales (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Nos enfrentamos a otra ideología opresora, que busca exportar el terrorismo y el extremismo por todo el mundo. Estados Unidos y otros países han sufrido numerosos ataques terroristas. Y vamos a ponerle freno (Aplausos).
Durante una reunión histórica celebrada en Arabia Saudita, hice un llamamiento a más de 50 naciones musulmanas para unir sus fuerzas para acabar con esta amenaza que afecta a toda la humanidad. Debemos permanecer unidos contra estos enemigos comunes para despojarles de sus territorios y su financiación y sus redes, y cualquier tipo de apoyo ideológico que puedan tener. Aunque siempre estaremos dispuestos a dar la bienvenida a nuevos ciudadanos que compartan nuestros valores y amen a nuestro pueblo, nuestras fronteras siempre estarán cerradas para el terrorismo y el extremismo de cualquier clase (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Estamos combatiendo con firmeza contra el terrorismo islámico. Y lo derrotaremos. No podemos aceptar a quienes rechazan nuestros valores y emplean el odio para justificar la violencia contra los inocentes.
Actualmente, Occidente debe hacer frente asimismo a los poderes que buscan poner a prueba nuestra voluntad, socavar nuestra confianza y poner en peligro nuestros intereses.
Debemos adaptar nuestra alianza para que combata de forma efectiva en formas nuevas y en todos los nuevos campos de batalla, para hacer frente a las nuevas formas de agresión, incluyendo la propaganda, los delitos financieros y la guerra cibernética.
Instamos a Rusia para que detenga sus actividades desestabilizadoras en Ucrania y en cualquier otro lugar, así como su apoyo a los regímenes hostiles, incluyendo a Siria e Irán, y que en vez de eso, se una a la comunidad de naciones responsables en nuestra lucha contra nuestros enemigos comunes y en defensa de la civilización misma (Aplausos).
Por último, a ambos lados del Atlántico, nuestros ciudadanos deben hacer frente a otro peligro más, que se encuentra totalmente bajo nuestro control. Este peligro es invisible para algunos pero les resultará familiar a los polacos: el constante aumento de la burocracia gubernamental que agota la vitalidad y la riqueza de las personas.
Occidente no se hizo grande gracias a la burocracia y los reglamentos, sino porque permitió que las personas persiguieran sus sueños y buscaran su destino.
Los estadounidenses, los polacos y las naciones de Europa valoran la libertad y la soberanía. Debemos trabajar juntos para enfrentarnos a las fuerzas, ya sean internas o externas, provengan del sur o del este, que amenazan con acabar socavando estos valores y con eliminar los vínculos de cultura, fe y tradición que nos han convertido en lo que somos (Aplausos).
Si no nos oponemos a ellas, estas fuerzas acabarán desmoralizándonos, debilitándonos y mermando nuestra voluntad de defendernos a nosotros y a nuestras sociedades.
Pero al igual que lo aprendieron nuestros adversarios y enemigos del pasado aquí en Polonia, sabemos también que estas fuerzas están destinadas al fracaso si tenemos la voluntad de que fracasen (Aplausos). Sin duda alguna, eso es lo que queremos.
Están condenadas al fracaso no sólo porque nuestra alianza es fuerte, nuestros países son resistentes, y nuestro poder no conoce parangón. Y eso es algo que hay que reconocer como cierto.
Sin embargo, nuestros adversarios están condenados a fracasar porque nosotros nunca olvidaremos quiénes somos. Y si nunca olvidamos quiénes somos, es imposible que nos derroten.
Los estadounidenses nunca lo olvidarán. Las naciones de Europa nunca lo olvidarán.
Somos la mayor comunidad, y la que avanza con mayor rapidez. No existe nada parecido a nuestra comunidad de naciones. El mundo no ha conocido nunca nada parecido.
Componemos sinfonías. Nos esforzamos en la innovación. Conmemoramos a nuestros antiguos héroes, nos mantenemos fieles a nuestras tradiciones y costumbres inmemoriales, y siempre tratamos de explorar y descubrir nuevas fronteras.
Recompensamos el talento, nos esforzamos por lograr la excelencia, y amamos las obras de arte que honran a Dios. Valoramos el Estado de Derecho y protegemos el derecho a la libertad de expresión y de opinión (Aplausos).
Capacitamos a las mujeres como pilares de nuestra sociedad y nuestro éxito. En el centro de nuestras vidas no están el gobierno y la burocracia, sino la fe y la familia. Y lo debatimos todo. Lo cuestionamos todo. Queremos saberlo todo, para así poder conocernos mejor a nosotros mismos (Aplausos).
Y por encima de todo, valoramos la dignidad de toda vida humana, protegemos los derechos de todas las personas y compartimos la esperanza de todas las personas de vivir en libertad. Eso es quienes somos. Esos son los preciosos vínculos que nos unen como naciones, como aliados y como civilización.
Lo que hemos heredado – y esto lo sabéis mejor vosotros que nadie, y es visible hoy, en este increíble grupo de personas – lo que hemos heredado de nuestros antepasado nunca había tenido la magnitud que tiene actualmente. Y si no logramos conservarlo, nunca volverá a existir. Así que no podemos fracasar.
Esta gran comunidad de naciones comparte algo más. En cada una de ellas, es la gente, y no los poderosos, los que siempre han formado los pilares de la libertad y la piedra angular de nuestra defensa.
El pueblo ha sido ese pilar aquí en Polonia, al igual que aquí en Varsovia. Y también lo fue en Estados Unidos, desde su inicio como nación.
Nuestros ciudadanos no consiguieron la libertad juntos, ni sobrevivieron a los horrores juntos, ni se enfrentaron juntos al mal sólo para perder nuestra libertad por falta de orgullo y confianza en nuestros valores. No lo hicimos ni lo haremos. Nunca daremos marcha atrás (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Mientras seamos conscientes de nuestra historia, sabremos cómo construir nuestro futuro.
Los estadounidenses sabemos que una alianza fuerte de naciones libres, soberanas e independientes es la mejor defensa para nuestras libertades y nuestros intereses. Por esa razón, mi administración ha exigido que todos los miembros de la OTAN cumplan todas sus obligaciones financieras legítimas. Como resultado de esta insistencia, han empezado a llegar a la OTAN miles de millones de dólares más. La verdad es que eso ha sorprendido a mucha gente. Pero se trata de miles de millones de dólares provenientes de países que, en mi opinión, no habrían estado dispuestos a pagar tan rápidamente sin nuestra insistencia.
A los que critican nuestra posición inflexible, les diría que Estados Unidos ha demostrado no sólo con palabra sino con acciones que apoyamos plenamente el Artículo V, el compromiso mutuo de defensa (Aplausos).
Hablar es fácil, pero lo importante son los actos. Y para su propia protección – y vosotros los sabéis, todo el mundo lo sabe, todo el mundo tiene que saberlo – Europa debe hacer algo más. Europa debe demostrar que cree en su futuro invirtiendo más dinero para asegurar ese futuro.
Por eso aplaudo a Polonia por la decisión que ha tomado esta semana de dar un paso adelante y adquirir de Estados Unidos el sistema PATRIOT de defensa aérea y antimisiles, de fiabilidad demostrada en batalla, el mejor del mundo de su tipo (Aplausos).
Por ese mismo motivo, elogiamos al pueblo polaco por ser uno de los países de la OTAN que ha conseguido cumplir el compromiso de inversión en nuestra defensa común.
Gracias. Gracias, Polonia. Tengo que deciros que el vuestro es un magnífico ejemplo, y os aplaudimos por ello (Aplausos). Gracias.
Es necesario recordar que nuestra defensa no se limita a un compromiso económico, sino un compromiso de voluntades. Porque, como la experiencia de Polonia nos recuerda, la defensa de Occidente no se basa sólo en los medios, sino también en la voluntad del pueblo de vencer y lograr el éxito, y conseguir lo que necesita.
La cuestión fundamental de nuestra época es si Occidente tiene voluntad de sobrevivir. ¿Tenemos la suficiente confianza en nuestros valores como para defenderlos a cualquier precio? ¿Tenemos el respeto suficiente por nuestros ciudadanos como para proteger nuestras fronteras? ¿Tenemos el deseo y el valor de preservar nuestra civilización frente a los que quieren subvertirla y destruirla? (Aplausos).
Podemos tener las economías más importantes y las armas más letales de la tierra, pero si no tenemos familias fuertes y valores fuertes, seremos débiles y no sobreviviremos (Aplausos).
SI alguien olvida la importancia fundamental de estas cuestiones, que vengan al país que nunca las ha olvidado, que vengan a Polonia… (Aplausos). Y que vengan aquí a Varsovia y que se informen de la historia del Levantamiento de Varsovia.
Y mientras están en ello, deberían conocer la historia de la Avenida Jerusalén.
En agosto de 1944, la Avenida Jerusalén era una de las principales vías que atravesaban esta ciudad de este a oeste, al igual que actualmente. El control de esta avenida era de importancia crucial durante la batalla de Varsovia. El ejército alemán quería que fuera su ruta más directa para el desplazamiento de soldados y para formar un frente fuerte. Y para el ejército polaco, la capacidad de pasar del norte al sur a través de esta calle era fundamental para mantener el centro de la ciudad, y evitar que se partiera, dividiendo así la ciudad y destruyendo el propio levantamiento.
Todas las noches, los polacos colocaban sacos de arena entre el intenso fuego de ametralladoras para proteger un estrecho paso a través de la Avenida Jerusalén. Todos los días, las fuerzas enemigas los derribaban, una y otra vez.
Entonces, los polacos cavaron una trinchera. Después, construyeron una barricada. Y los valientes luchadores polacos empezaron a cruzar la Avenida Jerusalén.
Ese estrecho paso, de unos pocos metros de ancho, era el frágil vínculo que mantuvo vivo el alzamiento. Un flujo constante de ciudadanos y milicianos pasaron corriendo a toda velocidad entre sus paredes. Corrieron por esa calle, por toda la avenida, e incluso bajo esa calle, todo para defender la ciudad.
El lado más alejado se encontraba a varios metros de distancia, como recordaba una joven polaca… La mortalidad y la vida eran muy importantes para ella. Recordaba que el sector más peligroso de la calle estaba empapado en sangre.
Era la sangre de los mensajeros y de las chicas que hacían de enlace. Los francotiradores nazis disparaban contra todo el que la cruzaba. Sus soldados quemaron todos los edificios de la calle y utilizaron a los polacos como escudos humanos para sus tanques en su intento de conquistar la Avenida Jerusalén.
El enemigo nunca cejó su ataque continuo a ese pequeño puesto avanzado de la civilización. Y los polacos nunca cejaron en su defensa. El paso de la Avenida Jerusalén exigió protección, reparación y refuerzo constantes.
Pero la voluntad de sus defensores no vaciló, ni siquiera frente a la muerte. Y ese frágil puesto se mantuvo firme hasta los últimos días del levantamiento.
Nunca fue olvidado. El pueblo polaco lo mantuvo abierto.
El recuerdo de los que perecieron en el Levantamiento de Varsovia se deja oír a lo largo de las décadas. Y pocos recuerdos son tan nítidos como la memoria de los que murieron en la construcción y la defensa del paso de la Avenida Jerusalén.
Esos héroes nos recuerdan que Occidente se salvó gracias a la sangre de los patriotas, que cada generación debe alzarse y hacer lo que le corresponde en su defensa (Aplausos), y que merece la pena defender con la vida cada metro de terreno y cada pulgada de civilización.
Nuestra propia lucha por Occidente no empieza en el campo de batalla. Empieza en nuestras mentes, nuestras voluntades y nuestras almas. Actualmente, los lazos que unen nuestra civilización son tan vitales y exigen la misma defensa que ese trozo de terreno del que dependía la esperanza de Polonia en aquel entonces.
Nuestra libertad, nuestra civilización y nuestra supervivencia dependen de estos vínculos de historia, de cultura y de memoria. Y hoy igual que siempre, Polonia está en nuestros corazones, y su gente está en esa lucha (Aplausos).
Al igual que Polonia no pudo ser doblegada, hoy declaro ante todo el mundo que Occidente no se doblegará jamás. Nuestros valores se impondrán, nuestros pueblos prosperarán, y nuestra civilización triunfará (Aplausos).
PÚBLICO: ¡Donald Trump! ¡Donald Trump! ¡Donald Trump!
TRUMP: Gracias. Así que luchemos juntos como los polacos, por la familia, por la libertad, por la patria y por Dios. Gracias. Dios os bendiga, Dios bendiga al pueblo polaco, Dios bendiga a nuestros aliados, y Dios bendiga a Estados Unidos de América.
Gracias. Dios os bendiga. Muchas gracias (Aplausos).
© Traducido por Libertad.org