Durante más de cien años, los progresistas han intentado persuadir a los americanos de que los tiempos han cambiado y, por lo tanto, nuestros documentos fundacionales (especialmente la Declaración de la Independencia y la Constitución de Estados Unidos) deben evolucionar para satisfacer las necesidades de una sociedad en desarrollo.
Esta noción de una “constitución viva” naturalmente predomina en los círculos intelectuales, pero también se ha filtrado en nuestros debates diarios y en la manera de pensar acerca de la Constitución. Si los tiempos han cambiado tanto, entonces debemos preguntarnos, ¿por qué vale la pena celebrar su día o siquiera preservar esta constitución?
Por un lado, celebramos y preservamos la Constitución porque organiza coherentemente la estructura de los asuntos gubernamentales y “es el acuerdo que formalmente constituye al pueblo americano”, como afirma el Dr. Matthew Spalding. Pero la Constitución no es digna de elogio simplemente porque enumere instituciones particulares (como el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial o los estados).
Para comprender la importancia de la Constitución y su valor, podemos recurrir a su gran defensor, Abraham Lincoln. Para Lincoln, el objetivo de la Constitución no era que la ensalzaran. Al reflexionar sobre las enseñanzas de Proverbios 25:11 que dice: “Como manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”, Lincoln describe los principios americanos establecidos en la Declaración de la Independencia como la manzana de oro, mientras que “Estados Unidos y la Constitución, son las figuras de plata, posteriormente enmarcadas a su alrededor”. Aunque la figura de plata es efectivamente hermosa y buena, “la figura fue hecha para la manzana y no la manzana para la figura”. De este modo, lo que hace que la Constitución sea digna de preservarse son los imperecederos principios de la Declaración de la Independencia que la Constitución garantiza.
Con toda seguridad, los hábitos de la vida cotidiana americana han cambiado desde 1787. Pero una economía global, los avances tecnológicos y las mujeres en la población activa no convierten la Declaración de la Independencia en algo cuestionable ni hace falta una nueva Constitución. Puede que los tiempos hayan cambiado, pero a pesar del actual ataque a la Constitución, los americanos no dejan de recurrir a este venerable documento en busca de guía. Después de todo, según las palabras de Calvin Coolidge, existe un carácter definitivo en los principios de Estados Unidos:
“Si todos los hombres son creados iguales, eso es definitivo. Si están dotados con derechos inalienables, eso es definitivo. Si los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados, eso es definitivo. No hay avance, no hay progreso que se pueda hacer más allá de estas propuestas. Si alguien desea negar esa verdad o su sensatez, la única dirección en la cual puede proceder históricamente no es hacia delante sino hacia atrás, hasta la época en la cual no había igualdad, ni derechos individuales, ni gobierno del pueblo”.
Este Día de la Constitución, recordemos y conmemoremos los principios que han hecho de este documento, la constitución más exitosa que se haya escrito en la historia.
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