Este 12 de junio marca un antes y un después en la historia mundial. Marca el verdadero final de la Guerra Fría, de la cual la Guerra de Corea (1950-1953) era parte importante y un capítulo sin cerrar. La reunión entre el presidente americano Donald Trump y Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, es el principio de ese final.
Tras cinco horas de reuniones en Singapur, Trump y Kim sellaron su encuentro con una ceremonia en la que firmaron un documento conjunto, que explica en líneas generales los pasos a darse para alcanzar una resolución satisfactoria y finalmente la paz sin bombas nucleares de por medio.
Es sólo el principio de una larga ruta hacia el cambio del statu quo. Fue especial escuchar de la propia boca de Kim: «Hoy hemos mantenido una reunión histórica, y estamos listos para dejar atrás el pasado. El mundo va a presenciar un gran cambio». Hace unos meses se hablaba de guerra y hoy se habla paz. Eso es progreso, enorme progreso, que nadie siquiera sospechaba se pudiera lograr en tan poco tiempo.
El presidente Trump aseguró que la desnuclearización de Corea del Norte comenzará «muy rápido» y, conociendo lo efectivo que es en temas de negociación, puede que Trump finalmente logre lo que se le ha escapado a más un presidente en los últimos 70 años, que incluyen más de 25 años de intentos fallidos para frenar las aspiraciones nucleares de la comunista Corea el Norte.
Aunque un par de firmas en un papel no parezca trascendente a los muchos detractores del presidente Trump, ningún otro antes logró que los norcoreanos firmaran algo semejante. Éstos son sólo los primeros pasos de algo sumamente importante para la paz del mundo. Como decía ese icono del izquierdismo mundial, John Lennon: Hay que darle “una oportunidad a la paz”— aunque (por desgracia para algunos) venga de la mano de Trump.