Lo que les enseñan a los niños palestinos

Días atrás, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y del movimiento Fatah, Mahmud Abás, envió una carta –en árabe– al Congreso Judío Latinoamericano (CJL) en Buenos Aires en la que saludaba una iniciativa de diálogo interreligioso entre musulmanes palestinos y judíos promovida por dicha organización. «Nosotros incentivamos este tipo de nobles iniciativas, que aportan a la promoción del diálogo y a los lazos entre las culturas y religiones», escribió Abás. «Hemos propiciado varios aportes en esta área».

Si tan solo eso fuera cierto.

Lejos de promover los lazos entre las culturas y religiones y de propiciar aportes, la Autoridad Palestina (AP), la OLP y Fatal, que él comanda, incitan incesantemente contra los israelíes, los sionistas y los judíos en el currículo educativo y en la prensa oficial palestinos. Apenas unos días antes, el ministro de Educación palestino, Sabri Saidam, posteó en Facebook su reacción al asesinato de una joven soldado israelí en Jerusalem: «Que Alá tenga piedad de los mártires de Jerusalem y de toda Palestina». Por «mártires» se refería a los terroristas que la apuñalaron. Abás no lo repudió. De hecho, cuando estalló la intifada de los cuchillos –como se dio en denominar al último brote psicótico colectivo palestino para el asesinato de israelíes–, el propio presidente palestino llamó a su pueblo a derramar sangre por al-Aqsa.

Según Impact, una organización israelí que estudia y traduce los textos escolares palestinos, el nuevo currículo oficial de la AP es «significativamente más radical que los anteriores». En los manuales actuales, oficialmente sancionados por la AP, los niños de Gaza y la Margen Occidental pueden leer: «Prometo que sacrificaré mi sangre, que saturaré la tierra de los generosos y eliminaré al usurpador de mi país, y aniquilaré el remanente de foráneos. Oh tierra de al-Aqsa y el-Haram, oh cuna de la hidalguía y generosidad paciente, sé paciente, pues la victoria es nuestra, el horizonte está emergiendo de la opresión» (Nuestro Hermoso Idioma, Grado 3, Vol. 2, 2016-17, p. 64). Y también: «Oh hermano, los opresores han excedido todos los límites y la yihad y el sacrificio son necesarios» (Lecturas y Textos, Grado 8, parte 1, 2015, p. 44).

Los textos escolares enseñan a los niños a rechazar las negociaciones con Israel, a abrazar el espíritu del combate y a convertirse en mártires. Mensajes como «el volcán de mi venganza», la definición de Palestina como el «territorio ocupado en 1948» (año del establecimiento de Israel) y ejemplos aritméticos empleando cantidades de mártires son comunes. La conexión judía con Jerusalén es ignorada y la historia de su fundación, tergiversada: «Jerusalén es una ciudad árabe construida por nuestros antepasados árabes hace miles de años. Es sagrada para los musulmanes y los cristianos» (Educación Nacional y Socialización, Grado 3, vol. 1, 2016 – 17, p. 28).

El currículo educativo palestino entró en vigor a raíz de la firma de los Acuerdos de Oslo (1993) y el establecimiento de la Autoridad Palestina (1994). Ya entonces los israelíes y los judíos eran caracterizados como «engañadores», «animales salvajes», «ladrones», «enemigos de los profetas y los creyentes» y «conquistadores». Israel era presentado como «una provocación al mundo árabe», una «administración judía racista», el «enemigo sionista» y «Palestina ocupada». En el libro Educación Islámica, Grado 7 (p. 19), los niños debían responder a esta consigna: «¿Por qué odian los judíos a los musulmanes y quieren causar división entre ellos? Dé un ejemplo de los malditos intentos de los judíos, tomado de acontecimientos actuales». En Nuestro Idioma Árabe, Grado 5 (p. 67) se podía hallar esta enseñanza: «Recuerda: el resultado final e inevitable será la victoria de los musulmanes sobre los judíos».

La educación de los niños palestinos no es exactamente una educación orientada hacia la paz. Quien quiera entender la causa real de la ausencia de paz entre palestinos e israelíes debería comenzar por mirar qué tipo de enseñanzas han estado recibiendo los niños palestinos durante casi un cuarto de siglo.

Las proclamas de Mahmud Abás en su carta al CJL favorables a la coexistencia son un fraude. Es, por lo menos, su segundo engaño público en lo que va del año. Cuando visitó la Casa Blanca, el mes pasado, aseguró en presencia del presidente de Estados Unidos, en su conferencia de prensa conjunta: «Estamos criando a nuestra juventud, a nuestros hijos y a nuestros nietos en una cultura de paz». Donald Trump lo visitó en Belén tiempo después y, según una información muy publicitada en la prensa israelí, le dijo a Abás a los gritos: «¡Ud. me engañó en Washington! ¡Habló de su compromiso con la paz, pero los israelíes me mostraron su implicación en la incitación [antiisraelí]!». Se informó de que el presiente palestino permaneció en silencio durante varios minutos.

La mitomanía política del presidente palestino deja en un lugar incómodo a la familia de las naciones. Y es que, como bien dice el refrán en inglés: «Si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos veces, la culpa es mía».

 

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