Nada separa más los valores judeocristianos de los valores laicos que la pregunta de si la moralidad —lo que es bueno o malo— es absoluta o relativa. En otras palabras ¿hay un bien o un mal objetivo o el bien y el mal es cuestión de opinión personal?
En el sistema de valores judeocristianos, Dios es la fuente de los valores morales y por lo tanto lo que es moral o inmoral trasciende la opinión personal o de la sociedad. Sin Dios, cada sociedad o individuo crea sus propios estándares morales. Pero una vez que los individuos o las sociedades se convierten en la fuente de lo correcto o lo incorrecto, entonces lo correcto o lo incorrecto, el bien y el mal, pasan a ser simples adjetivos que describen preferencias personales. Esto es más conocido como relativismo moral y es la actitud dominante acerca de la moralidad en la sociedad laica moderna.
El relativismo moral significa que el asesinato, por ejemplo, no es objetivamente malo; Ud. puede sentir que es malo pero eso no es más objetivamente malo que lo que Ud. pueda sentir por cierta música horrenda que convierta esa música en objetivamente horrenda. Todo es cuestión de gusto personal. Por eso en la sociedad laica, la gente se inclina mucho más por ver los juicios morales como simples sentimientos. Los niños son educados cada día más para preguntarse: “¿Qué siento?” en lugar de “¿Está bien o mal?”
Sólo si Dios, la fuente trascendente de moralidad, dice que el asesinato es malo, entonces es malo y no sólo la opinión de una persona o de una sociedad.
La mayoría de personas laicas no confronta estas consecuencias del relativismo moral. Es demasiado doloroso para la mayoría de gente laica decente darse cuenta que su relativismo moral, su moralidad sin Dios, significa que el asesinato no es verdaderamente malo, que decir “Yo creo que el asesinato es malo” es tan vacío de significado como decir “Yo creo que el color morado es feo”.
Por eso nuestra cultura ha venerado tanto los Diez Mandamientos, es un conjunto fijo de leyes y principios morales dado por Dios. Pero es también por eso que los opositores a que Estados Unidos siga siendo un país judeocristiano, la misma gente que aboga por el relativismo moral, quieren que los Diez Mandamientos sean retirados de todos los edificios públicos. Los Diez Mandamientos representan una moralidad objetiva o sea basada en Dios.
Todo esto debería quedar muy claro, pero hay un aspecto del relativismo moral que confunde a muchos creyentes de los absolutos morales judeocristianos. Ellos asumen que la ética situacional es la misma cosa que el relativismo moral y por tanto ven la ética situacional como incompatible con la moralidad judeocristiana. Argumentan equivocadamente que al igual que permitir a las personas decidir lo que es correcto o incorrecto niega los absolutos morales, el permitir que las situaciones determinen lo que es correcto o incorrecto también niega los absolutos morales.
Éste es un malentendido del significado de absolutos morales. Significa que si un acto es bueno o malo, entonces es bueno o malo para todo mundo en idéntica situación (la llamada “moralidad universal”).
Pero “todas las personas” difícilmente es lo mismo que “todas las situaciones”. Un acto que es malo, es malo para todos en la misma situación, pero casi ningún acto es malo en todas las situaciones. Las relaciones sexuales dentro del matrimonio son sagradas; pero cuando es con violencia o a la fuerza es una violación. Decir la verdad es generalmente lo correcto pero por ejemplo si, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis le hubiesen preguntado dónde había familias judías escondiéndose, haberles dicho la verdad habría sido perverso.
Así también, la situación determina cuando matar es malo. Por eso los Diez Mandamientos dicen “No asesinarás”. (“No matarás” es una mala traducción del hebreo que como el español, tiene dos palabras para homicidio). El asesinato es una muerte inmoral y la situación es la que determina cuando matar es inmoral y se convierte en asesinato. El pacifismo, esa creencia que dice que está mal quitarle la vida a alguien en todas las situaciones, está basada en la creencia errónea que la moralidad absoluta significa “en todas las situaciones” en vez que “para todos en la misma situación”. Es por esta razón que no tiene fundamento dentro de los valores judeocristianos que si diferencian entre la muerte moral (defensa propia, defensa de inocentes, quitarle la vida a un asesino) y la muerte inmoral (asesinato intencionado de un inocente, guerras de conquista, terrorismo, etc.)
Pero dejando la ética situacional de lado, el elemento clave de la moralidad judeocristiana simplemente sigue siendo éste: El bien y el mal existen independientemente de la opinión personal o de la sociedad; para determinar qué está bien o mal, uno se debe preguntar: “¿Cómo juzgaría Dios y mi texto basado en Dios esta acción? en vez de decir “¿Qué siente mi sociedad (o yo) sobre este tema?”
El que diferentes gentes religiosas puedan llegar a veces a diferentes conclusiones no niega en manera alguna el hecho que por lo menos están tratando de encontrar la verdad moral. En la sociedad laica, donde no hay una moralidad basada en Dios, no hay verdad moral que buscar. Las consecuencias pueden ser vistas fácilmente observando la institución más moralmente confundida en Estados Unidos: La universidad. Es allí donde el bien y el mal son o bien negados o bien invertidos; es también la institución más laica de todas.
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