Los derechos civiles, desde la concepción lockeana, son limitaciones impuestas al Estado con el objetivo de impedir que el Estado cometa abusos y arbitrariedades contra los ciudadanos. Por ejemplo el derecho a la libre expresión, el habeas corpus y el requerimiento del debido proceso protegen al ciudadano contra abusos del Estado; el derecho a la propiedad privada impide que el Estado despoje arbitrariamente a alguien de los frutos de su trabajo.
El socialismo rechaza esta doctrina de derechos civiles individuales, a veces de manera abierta, como Karl Marx, y a veces de manera disimulada. Lo hace exaltando lo colectivo y denigrando lo individual; equiparando el Estado y la colectividad con el bien común; equiparando lo individual con el egoísmo y el mal común.
El endiosamiento de lo colectivo por encima de lo individual, del Estado por encima del humano tiene como consecuencia la degradación de los derechos civiles. Cualquier acto, por más cruel o inhumano que sea, puede ser justificado por el bien del Estado y la colectividad. Stalin creyó contribuir al bien común cuando ordenó la colectivización de la agricultura, lo que derivó en una consiguiente hambruna que causó la muerte de aproximadamente siete millones de personas entre 1932 y 1933 solamente en Ucrania.
El régimen de Mao Tse-Tung en China ejecutó a cerca de tres millones de personas en los primeros años de haberse instaurado. El Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo, era un preso político del régimen comunista chino cuyo crimen fue pedir de manera no violenta que el régimen chino respete los derechos humanos de los ciudadanos.
La revolución socialista en Cuba ha ejecutado sumariamente a cientos de personas y mantiene un buen número de presos políticos. En Camboya, el socialista Pol Pot intentó que la historia comience con él, destruyó todo lo relacionado a la cultura occidental, desde vehículos hasta equipos médicos, hizo matar a todos los profesionales e intelectuales y que enterrasen vivos a sus hijos, hizo quemar los libros, confiscar la propiedad privada, convirtiendo al país en un inmenso campo de concentración.
El socialismo dice anteponer lo colectivo por encima de lo individual y lo usa como pretexto para descafeinar derechos civiles como la libertad de expresión y de conciencia. Con el pretexto de proveer educación, impide el libre ejercicio de la educación; con el pretexto de proveer atención médica, impide el libre ejercicio de la medicina; con el pretexto de construir una sociedad mejor, construye un Estado policiaco y militarista basado en el miedo y la persecución de quienes sean contestatarios al régimen. Por ello, cuando se instaura un régimen socialista (colectivista) en una democracia liberal, los derechos civiles pronto empiezan a degradarse. La historia muestra que no existe mucha diferencia entre las dictaduras y los regímenes socialistas a la hora de respetar y proteger los derechos civiles.