Unos de los grandes retos para católicos de ala derechista es cómo reconciliar nuestro apoyo al capitalismo de libre mercado con las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica. Aunque no son mutuamente excluyentes, es un reto para personas y organizaciones, por ejemplo, el Instituto Acton fundado por el Padre Robert A. Sirico que se ha tomado el trabajo de buscar esa reconciliación. Es un trabajo que se convierte más necesario con la llegada del papa Francisco, peronista de corazón y que como buen católico latinoamericano ha sido influenciado por la teología de la liberación. La pasada semana, el papa Francisco nos dejó dos perlas que reflejan la importancia de apoyar proyectos como el del Instituto Acton.
En una entrevista para el diario italiano La Repubblica el santo padre afirmó que «son los comunistas los que piensan como los cristianos». Esa afirmación dejó perplejo a más de uno. Además, días después repitió que «el dinero es el estiércol del diablo… las empresas no deben existir para ganar dinero». Estos dos comentarios no son de naturaleza teológica, pero no quita que durante su tiempo en la silla de San Pedro se haya pronunciado constantemente contra el capitalismo.
El papa, que es falible cuando no habla ex cathedra sobre una doctrina de fe, malinterpreta y no entiende los beneficios del libre mercado en términos sociales, morales y económicos, ni tampoco parece conocer las ideas centrales del comunismo. Las enseñanzas sociales de la iglesia surgen de una encíclica titulada Rerum novarum promulgada por el papa León XIII en donde se estipula la respuesta de la iglesia a los conflictos sociales que surgieron del industrialismo y el capitalismo al finalizar el siglo XIX. Esta encíclica establece que la Iglesia ve el rol del Estado en la promoción de la justicia y armonía social basado en derechos y deberes para cada uno. Además esta encíclica establece la preferencia de la Iglesia hacia las clases pobres, el apoyo a la dignidad de los pobres y a los trabajadores a formar sindicatos.
Pienso que el Santo Padre malinterpreta lo que es un documento fundamental como Rerum Novarum. Sus opiniones sobre el comunismo revelan esa carencia. Decir que los comunistas piensan como los cristianos tiene algo de veracidad en el sentido que ciertos relatos en la Biblia sobre los primeros cristianos que usaron una forma de comunismo primitivo. Sin embargo, su planteamiento choca con la teoría política del comunismo y la propia doctrina social de la Iglesia. Primero, el comunismo rechaza directamente a Dios y la religión porque es la religión es un elemento cohesionador y el comunismo necesita romper con toda estructura que no sea la propia. Es una aberración filosófica hablar de un cristiano comunista que sigue las enseñanzas de Marx. Son ideas antitéticas: Un café no puede estar frío y caliente a la vez. Segundo, el comunismo rechaza la propiedad privada mientras que la doctrina de la Iglesia la apoya. Santo Tomas de Aquino e incluso la encíclica de León XIII enfatizan la importancia de la propiedad privada como derecho natural y esencial para la libertad sin dejar de lado la importancia de la caridad para ayudar a los más necesitados.
La segunda declaración del papa Francisco se debe analizar profundamente porque revela algo importante. El cuestionamiento del Santo Padre, siguiendo la línea de la doctrina social de la Iglesia, es que las fuerzas del libre mercado deben ser templadas por consideraciones morales. Aunque el capitalismo ha sido de enorme beneficio para la sociedad (basta mirar el increíble progreso en la disminución de los niveles de pobreza mundiales desde el siglo XIX al siglo XXI), tiene muy mala prensa y es muy mailinterpretado. Por tanto, solemos ver el capitalismo como un sistema sin consideraciones morales. Pero es un sistema algo más complejo porque el ser humano es complejo, y aunque algo de su argumento tenga sentido, claramente denota la falta de conocimiento económico acerca de cómo opera una empresa que depende de ingresos para su sustento.
Pero el planteamiento del papa surge dentro de una sociedad que al parecer ha sustituido a Dios por el mercado. Como conservador de la línea de Burke y Kirk, he visto como compañeros supuestamente conservadores han caído en la línea fundamentalista del libre mercado, es decir aquellos que piensan que la sociedad puede funcionar bajo las fuerzas del libre mercado sin tomar en consideración la complejidad humana y la moralidad que muchas veces nos falla. Aunque los comentarios del papa denotan falta de conocimiento básico de conceptos económicos, creo que la propia doctrina de la Iglesia refleja la importancia de no venerar el mercado como perfecto e infalible. El mercado se compone de seres humanos como Ud. y como yo. Y si hemos de reconocer que no somos perfectos, entonces el mercado, como producto humano, tampoco lo puede ser. Será más eficiente que otros sistemas, pero, como advirtió el padre del capitalismo, Adam Smith, sin moralidad y principios éticos, el sistema capitalista no funciona en beneficio de todos. Por eso necesita pesos y contrapesos, como el Estado de Derecho – y los consejos morales de la Iglesia.