Nota: En este artículo, liberalismo se refiere a la propuesta ideológica que defiende menos Estado y más libertad individual. También se conoce como liberalismo clásico, en su sentido europeo.
Siempre hay que suponer la mejor de las intenciones, independientemente de las corrientes de pensamiento a las que se adhiere. Es la forma de dialogar e intercambiar ideas con provecho recíproco.
En lo personal tengo buenos amigos que han recorrido una larga y difícil trayectoria desde el marxismo al liberalismo [clásico]. En primer lugar, el caso del peruano Eudocio Raviens quien fuera Premio Mao y Premio Lenin y muchos otros de muy diversos países.
En varios de los casos, para aprender y comprender, he indagado acerca de cuáles han sido los autores que les han atraídos en sus épocas marxistas y cuáles fueron los intelectuales que comenzaron a producir el cambio y, finalmente, quiénes sobresalen al efecto de consolidar la postura liberal.
En la mayor parte de las situaciones que conozco, Antonio Gramsci ha sido un autor destacado del lado marxista. Según me han explicado, este pensador les ha atraído por su apartamiento de los métodos violentos puesto que, en cambio, Gramsci concentra su atención en la educación dirigida a todos los niveles.
Este proceso es absolutamente cierto: todo comienza con cenáculos intelectuales y luego, como una piedra arrojada en un estanque, los círculos concéntricos van haciendo de efecto multiplicador hasta que se alcanza la opinión pública. Una vez en ese estadio, el político se ve forzado a adaptar su discurso a las demandas de la gente. Esto es desde luego válido para cualquier tradición de pensamiento.
Luego me han comentado estos amigos que en el proceso de transformación aparece Raymond Aron que les ha hecho ver que el marxismo es “el opio de los intelectuales” que no les permite reconocer las masacres físicas y morales que resultan de sus recetas.
También en esta instancia ha influido Bernard-Henri Lévy, él mismo un ex-marxista, que insiste en que esa postura constituye un engaño superlativo puesto que es “puro barbarismo”. Y concluye que esto ocurre con todas las versiones que se escudan en muy diversos rótulos para atacar la institución de la propiedad. Recordemos que Marx y Engels han consignado que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: Abolición de la propiedad privada”.
Mucho más adelante en la mencionada travesía vienen las lecturas de autores como el premio Nobel en economía F.A. Hayek y su maestro Ludwig von Mises, con lo que el análisis se torna más riguroso y se detectan con mayor claridad las trampas que encierra el intervencionismo estatal, especialmente para los más necesitados.
Es en el contexto de esta aventura del pensamiento que los ex-marxistas intelectualmente honestos a los que me refiero han arribado a la postura liberal, la cual significa nada más y nada menos que el respeto irrestricto por los proyectos de vida del prójimo y rechazan todo tipo de privilegios, muy especialmente los otorgados a empresarios prebendarios que se alían con el poder para explotar a sus semejantes.
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