Según la opinión general, la decisión del presidente Trump de retirar las tropas americanas del noreste de Siria abrió la puerta a la resurgimiento del Estado Islámico (EI). “Que nadie se confunda, a cuenta y riesgo de Estados Unidos, el presidente Trump está haciendo caso omiso de la amenaza a la seguridad nacional que representa el EI”, dijo la semana pasada Bob Menéndez, el demócrata de más alto rango del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Qué estúpidos parecen el senador Menéndez y sus colegas luego de que el presidente Trump anunciara el domingo que un raid de las fuerzas especiales que aprobó y monitoreó personalmente resultó en la cobarde muerte de Abu Bakr al-Bagdadi, el líder del EI.
Muchos de los críticos denunciaron que la retirada de tropas de la zona de la frontera turco-siria en la que los kurdos sirios han venido viviendo bajo la protección de EEUU fue un regalo para el EI. La exitosa operación contra al-Bagdadi habla por sí misma, y se ha producido sólo unos meses después de la erradicación de su sedicente caifato.
A pesar del malestar kurdo con la decisión del presidente Trump de retirar las tropas y la resultante operación turca que expulsó a los propios kurdos de un territorio que controlaban en el lado sirio de la frontera [con Turquía], “oficiales kurdos de inteligencia en Siria y en Irak contribuyeron a localizar el objetivo del raid”, según el New York Times, que cita a un alto cargo americano. Resulta obvio, pues, que la alianza kurdo-americana no está irreparablemente rota cuando hay intereses comunes en juego, como la destrucción del Estado Islámico.
Como ha demostrado la misión contra al-Bagdadi, las informaciones sobre la defunción de la primacía americana han sido prematuras. Estados Unidos sigue siendo perfectamente capaz de hacer uso de sus grandes capacidades militares y de inteligencia para lograr alcanzar sus objetivos de seguridad nacional. En este caso, el presidente Trump había decidido, basándose en inteligencia altamente confiable, que había una oportunidad para matar o capturar al líder del Estado Islámico, lo que claramente era de interés vital para Estados Unidos. El hecho de que los aviones americanos pasaran por el espacio aéreo en Siria controlado por los rusos para alcanzar el objetivo no se interpondría en el camino de la misión. El presidente Trump dijo que se les había avisado previamente a los rusos acerca de los vuelos sin informarles explícitamente cuál era su propósito.
La exitosa operación para acabar con Abu Bakr al-Bagdadi es una contundente prueba del predominio de Estados Unidos en Medio Oriente cuando sus intereses estratégicos de seguridad están en juego.
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