La Navidad, la celebración por excelencia del tiempo en familia, así como el día de Año Nuevo, el momento de los buenos propósitos, proporcionan una gran oportunidad para que los padres se aseguren de que la unidad de la familia dura todo el año, con la promesa pasar más tiempo con sus hijos y sus actividades. Como han revelado décadas de investigación, cuanto más tiempo y actividades comparten las familias, más probable es que los hijos prosperen.
Desde los primeros años de vida de un niño, que la madre y el padre se involucren en el desarrollo de sus hijos prepara el camino para sus éxitos académicos. Los alumnos de prescolar cuyos padres les leen a menudo, normalmente obtienen calificaciones más altas en términos de desarrollo cognitivo. Y de promedio, aquellos niños que reciben más estimulación cognitiva en su hogar obtienen calificaciones más altas en las pruebas de inteligencia y tienen menos probabilidades de mostrar comportamientos hiperactivos o antisociales.
Además, los niños cuyos padres se involucran más con sus actividades durante su etapa en la escuela elemental tienen más probabilidades de acabar la secundaria, mientras que a su vez los adolescentes con padres más involucrados tienen más probabilidades de aspirar a una educación superior. Los niños de todas las razas y orígenes étnicos con padres más involucrados tienen más probabilidades de triunfar académicamente. Incluso la involucración paterna en simples actividades de ocio está asociada con un incremento del desempeño académico de los hijos.
Igualmente, el compromiso, la comunicación y la supervisión paternas están unidas al comportamiento de los jóvenes. Los adolescentes cuyos padres hablan con ellos acerca de las normas de comportamiento sexual y monitorizan sus actividades tienen menos probabilidades de llegar a ser sexualmente activos. Además, los jóvenes cuyos padres hablan con ellos acerca de sus inquietudes y motivan sus intereses tienen menos probabilidades de mostrar problemas de comportamiento o de participar en actos de violencia. Del mismo modo, los jóvenes que cenan frecuentemente con sus familias tienen menos probabilidades de consumir drogas o alcohol.
Finalmente, la involucración de los padres está también unida al bienestar emocional de los hijos. Los jóvenes cuyos padres están presentes en casa cuando llegan de la escuela, a la hora de la cena y cuando se van a la cama tienen menos probabilidades de experimentar desórdenes emocionales, de la misma forma que aquellos cuyos padres están involucrados y se muestran receptivos tienden a tener mayor autoestima y son menos susceptibles de sucumbir ante la presión social.
La preocupación, la involucración y la comunicación paternas son regalos de un valor verdaderamente incalculable y que sólo los padres pueden ofrecer. Al mismo tiempo, se debería desarrollar normativa pública (desde iniciativas para fortalecer el matrimonio a aumentar el papel de los padres en las decisiones educativas) que fomente el papel único y esencial que los padres desempeñan en las vidas de sus hijos.
Cuando las familias se reúnan durante las próximas semanas para celebrar la Navidad y el Año Nuevo, los responsables políticos deberían recordar y honrar el programa social más eficaz de la nación: la solidez familiar. Desde la disminución del comportamiento de riesgo juvenil hasta el aumento del éxito académico de los hijos, las familias que se mantienen unidas sobre la base del matrimonio son parte esencial del mantenimiento de una sociedad civil próspera.
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