Alberto Nisman: «Puedo salir muerto de esto» y así fue

Alberto Nisman era el fiscal encargado de investigar el peor ataque terrorista de la historia de Argentina: el atentado contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), en el que fueron asesinadas 85 personas y más de 300 resultaron heridas. El pasado verano se cumplieron 20 años de la matanza (18 de julio de 1994) y sus responsables siguen sin rendir cuentas ante la Justicia.

Nisman, junto al también fiscal Marcelo Martínez Burgos, concluyó el 25 de octubre de 2006 que el Gobierno iraní planeó el atentado y Hezbolá lo ejecutó. Tras la acusación formal emitida por los fiscales, el juez Canicoba Corral emitió una orden internacional de captura para siete funcionarios iraníes y un miembro de Hizbolá.

Entre los iraníes encausados se encontraban Mohsén Rabani, exconsejero cultural de la embajada de su país en Buenos Aires; Ahmah Vahidi, exministro de Defensa; Alí Falahiyán, exministro de Información; Mohsén Rezai, exjefe de la Guardia Revolucionaria, y el diplomático Ahmad Reza Ashgari. El 7 de noviembre de 2007 la Interpol ratificó las conclusiones de la investigación de Nisman y Martínez y emitió notificaciones rojas para la captura de los responsables del atentado. El Gobierno argentino, por su parte, pidió a Irán la extradición de los responsables; sin embargo, la negativa o el silencio han sido la norma por parte de Teherán.

La semana pasada Nisman afirmó que la actual presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y su canciller, Héctor Timerman, habían trabajado para encubrir la participación de Irán en la matanza. El 27 de enero de 2013 el Gobierno de Kirchner había llegado a un acuerdo con Teherán para crear la llamada Comisión de la Verdad, que incluiría a funcionarios de ambos países, con el objeto de esclarecer lo acontecido. Un movimiento infame que respondía, según voces críticas del mismo, a intereses comerciales: las ventas a Irán crecieron un 234% desde la llegada de la viuda de Néstor Kirchner al poder; y, de acuerdo con lo que informó el diario Perfil, el Ministerio de Exteriores argentino habría comunicado a Ahmadineyad que Buenos Aires ya no estaría

interesada en resolver aquellos dos atentados [en 1992 una bomba estalló en la embajada de Israel en Buenos Aires y mató a 29 personas e hirió a 242] pero que en cambio prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán.

Según Nisman, Cristina buscaba «acercarse al régimen iraní y restablecer relaciones comerciales plenas para aliviar la severa crisis energética argentina mediante un intercambio de petróleo por granos». El fiscal calificó el pacto con Irán como «la culminación de una maniobra criminal que ya llevaba más de dos años de ejecución».

En consecuencia, emitió una acusación contra Kirchner, el canciller Timerman, el diputado Andrés Larroque, los militantes Luis D’Elía y Fernando Esteche, contra personal de la Secretaría de Inteligencia de la Presidencia argentina, contra el exfiscal federal y exjuez de instrucción Héctor Yrimia y contra el líder de la comunidad iraní en Argentina, Jorge Yusuf Khalil, por delitos de encubrimiento agravado, incumplimiento del deber de funcionario público y estorbo del acto funcional por haber urdido un plan para fabricar la inocencia de Irán en el atentado contra la AMIA.

Desde que tomó la dirección de la investigación, Nisman recibió amenazas de muerte. Dos días antes de morir le decía al diario Clarín:

Puedo salir muerto de esto.

Este lunes tenía previsto asistir a una audiencia en el Congreso para presentar nuevas pruebas contra Kirchner y compañía, y aseguraba que lo que tenía era un «escándalo»:

Tengo todo probado. El pacto con Irán es la consecuencia del plan para asegurarle impunidad de los acusados.

Su madre encontró el cuerpo sin vida del fiscal en su casa. A tenor de la escasa información que ha trascendido por el momento, la puerta no habría sido forzada y el cadáver apareció en el baño, junto a una pistola del calibre 22 y un casquillo de bala. Según el comunicado oficial del Gobierno argentino, Nisman tenía 10 guardaespaldas, pero el fiscal vivía en un piso 13 y ellos se quedaban en el hall. Varias hipótesis se manejan, entre ellas la del suicidio. Lo que es seguro es que, de una forma u otra, el atentado de la AMIA se ha cobrado su víctima número 86. De confirmarse que ha sido un asesinato, Nisman quedaría íntimamente relacionado con otro adalid de la Justicia: el juez italiano Giovanni Falcone, asesinado tras haberse enfrentado a la mafia.

Nisman fue un ejemplo, un héroe lleno de luz de los que escasean en estos tiempos. Era un hombre valiente, honesto que, a pesar de las dificultades, no se detuvo ante nadie para evitar que los asesinos que perpetraron la peor matanza terrorista de la historia argentina queden impunes.

Sin Nisman, el mundo es hoy un lugar peor.

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