Hace sólo unos años, buena parte del debate energético que alentaban políticos y analistas se centraba en el llamado peak oil, es decir, el momento en el que la producción de crudo alcanzaría su cénit para, posteriormente, empezar a reducirse sin remedio hasta el completo agotamiento de este valioso y preciado recurso.
Según esta catastrofista visión, el mundo avanzaba entonces hacia un futuro sin petróleo, con todo lo que ello supondría a nivel económico y social. Tales predicciones, sin embargo, no sólo no se han cumplido, sino que la realidad es diametralmente opuesta a la que dibujaban estos particulares gurús. Y la mayor prueba de su error es el caso de Estados Unidos. La primera potencia mundial incrementó su producción de petróleo hasta 1970, pero, a partir de entonces, ha ido languideciendo de forma paulatina hasta que, en el horizonte de 2010, comenzó la revolución del fracking, la técnica de extracción mediante fracturación hidráulica.
Desde entonces, el bombeo de oro negro no ha dejado de crecer. Tanto es así que la producción de crudo en Estados Unidos alcanzó un nuevo récord el pasado mes de enero, con 10.2 millones de barriles al día, superando el récord anterior de 10.04 millones registrado en noviembre de 1970, hace casi 50 años, tal y como revela el Instituto Empresarial Americano (AEI).
En menos de una década, la producción de petróleo se ha duplicado, de 5 millones a más de 10 millones de barriles diarios, gracias al desarrollo del fracking. Como consecuencia, Estados Unidos no solo ha vuelto a convertirse en un país exportador de crudo, sino que está destinado a liderar este mercado a nivel mundial. A este respecto, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) señala en su último boletín mensual que Estados Unidos será el mayor productor mundial de petróleo en 2018 gracias al «extraordinario» crecimiento del crudo no convencional (shale), hasta el punto de superar a Arabia Saudita y Rusia.
«Estados Unidos pronto superará la (producción) de Arabia Saudita. Para finales de este año, podría incluso superar a Rusia para convertirse en el líder global». El intento de los sauditas para tumbar el sector del fracking mediante la fuerte reducción de precios que tuvo lugar hace escasos años no tuvo el efecto deseado, ya que la industria del crudo no convencional se adaptó recortando sus costos de producción. De hecho, la agencia advierte «de las aleccionadoras conclusiones» que pueden extraer del ejemplo de Estados Unidos otros productores que fían su cuota de mercado a su capacidad para reducir la oferta de crudo.
Así, aunque la IEA prevé que el consumo mundial de crudo subirá este año en 1.4 millones de barriles al día con respecto a 2017, el aumento de la producción por parte de los países que no pertenecen a la OPEP, y muy en particular de Estados Unidos gracias al fracking, van camino de compensar con creces dicho incremento de la demanda.