Impeachment: ¿Bendición o maldición para Trump?

Y llegó el impeachment, el proceso de destitución del cargo. O el camino al impeachment, pues la líder de la mayoría demócrata en la Casa de Representantes,Nancy Pelosi, ha puesto en marcha la maquinaria que podría sacar al presidente Donald Trump de la Casa Blanca por las malas.

Acusan al presidente republicano de presionar al gobierno de Ucrania para que investigase a su –hasta ahora– principal rival en las encuestas, el ex vicepresidente Joe Biden. Pero los llamamientos al impeachment de Trump hecho por periodistas y dirigentes demócratas se oyen desde el día siguiente a su elección, cuando todavía no había tenido la menor ocasión de cometer «traición, cohecho, graves crímenes o crímenes menores», que es lo que puede desencadenar este proceso, y el asunto ucraniano es lo más firme a lo que se pueden aferrar.

Hay que entender que Ucrania no es un país, sino dos, y que en sus elecciones se dirime, entre otras cosas, qué grupo de oligarcas va a esquilmar al personal. Si hay un gobierno corrupto en el mundo, es ése. El fiscal Viktor Shokin investigaba de hecho una trama corrupta en la que estaba implicado el magnate Mykola Zlochevsky. Éste contrató a Hunter Biden, hijo de Joe Biden, vicepresidente y mano derecha de Barack Obama. Y Joe Biden presionó al gobierno de Ucrania para que se destituyese al fiscal Shokin, que fue lo que ocurrió. Dos años después, ya en 2018, Joe Biden llegó a jactarse en video de que había presionado al gobierno de Ucrania con frenar la concesión de hasta 1,000 millones de dólares en préstamos. Shokin fue depuesto por el Parlamento ucraniano y sustituido por Yuri Lutsenko, quien no observó ningún comportamiento punible por parte de Hunter Biden.

Este brutal caso de corrupción, por la que la familia Biden se gana un buen dinero (50,000 dólares mensuales desde 2014) presionando a un gobierno extranjero para que no investigue un caso de corrupción, no es lo que ha despertado el interés de la Cámara de Representantes, sino una conversación posterior del sucesor de Obama, Donald Trump, con el presidente de Ucrania. Durante la misma, celebrada el pasado mes de julio, Trump advierte a Voldymyr Zelensky, que está al tanto del caso Biden, y le conmina a que esclarezca qué pasó.

Hasta aquí, parece que tenemos a Donald Trump intentando limpiar las porquerías de la anterior administración. Pero hay más. Se sabe que antes de que se celebrase esa conversación, Trump congeló las ayudas a Ucrania. Trump, que ha hecho pública la transcripción de la conversación, no menciona las ayudas en ningún momento. El Congreso puede encontrar la conexión inalámbrica, que no se ve pero es eficaz. En tal caso, Trump habría utilizado los recursos del Estado no para enriquecerse, como Biden, sino para denunciar su corrupción y, en consecuencia, dañar a quien es su principal rival en las elecciones presidenciales de 2020.

Pero ¿no son los demócratas quienes han apoyado la investigación de las relaciones de Trump con Rusia para minar su posición política? Lo son. Y son los que encargaron a un espía británico que investigase la relación del candidato Trump con Rusia. Es más, en mayo de 2018 tres senadores demócratas, Robert Méndez, Richard Durbin y Patrick Leahy, escribieron al fiscal Lutsenko preocupados porque éste habría paralizado algunas investigaciones sobre la colusión de Trump con Rusia. Hoy sabemos, por cierto, que esa colusión nunca existió. Cabe preguntarse: ¿cuándo es asumible alentar la investigación en el extranjero de los trapos sucios de casa? ¿Sólo cuando lo hacen los demócratas?

¿Qué es un impeachment?

¿En qué consiste un impeachment? Es un proceso de destitución de cualquier miembro de una administración, incluido el presidente. Ya se ensayó en dos ocasiones, con Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton(1998), pero ambos mantuvieron el puesto. Y la mera amenaza de destitución fue suficiente para que Richard Nixon dimitiese en 1974.

Se entiende todo mejor si se tiene en cuenta que es un juicio en el cual la Cámara de Representantes hace de juez instructor y el Senado, de jurado y autor del veredicto. Todo comienza por el paso que ha dado Nancy Pelosi: con la solicitud a los miembros de la Cámara de que inicien el proceso. Ahora, el Comité Judicial de la misma realizará una investigación y redactará unos artículos de impeachment, una relación de hechos que motivarán el procesamiento. Una mayoría de un solo voto en la Cámara es suficiente para que comience el juicio en el Senado.

Ahora bien, un veredicto de culpabilidad sólo es eficaz si lo aprueban dos tercios del Senado; es decir, 67 senadores. Algo que es impensable hoy en día. Por otro lado, no hay un mecanismo específico que obligue al Senado a celebrar el juicio contra el presidente. El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, podría retrasarlo, de hecho podría no tener lugar antes de las elecciones de noviembre de 2020.

Para que Trump se viese fuera de la Casa Blanca, realmente tendrían que encontrarse pruebas de crímenes mucho más graves de los que se le acusa, que, para empezar, son minucias en comparación con lo que ha hecho Biden. Y le sustituiría su vicepresidente, Mike Pence.

Pero nadie piensa en eso. El objetivo del Partido Demócrata es disminuir las opciones de reelección del presidente Trump. Pero el movimiento se podría volver en su contra. La mayoría del pueblo estadounidense rechazaba la recusación del presidente Trump con el asunto ruso antes de que quedase en nada. Con este nuevo intento ocurre lo mismo. No quieren que Trump deje de ser presidente por esa vía. Y si llegan al impeachment sin una pistola humeante, el proceso se volverá en contra de los demócratas. Primero, en las elecciones legislativas (toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado). Y también en la elección presidencial.

Biden, que es el rival más duro para Trump, ya puede despedirse. Y sus alternativas están muy escoradas a la izquierda para la sociedad americana. Trump tiene expedito el camino a la reelección.

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