Hay gente pidiendo una enmienda a la Constitución para tener un presupuesto balanceado como medio de ponerle freno a un Congreso manirroto.
Es una visión equivocada, por la sencilla razón de que, en sentido económico real, distinto del sentido en contabilidad, el presupuesto federal siempre está balanceado.
El valor de lo que producimos en 2017, nuestro producto interior bruto (PIB), fue de aproximadamente $19 billones. Si el Congreso gastó $4 billones de los $19 billones que producimos, a menos que Ud. crea en Papá Noel, Ud. sabe que el Congreso deberá forzarnos a gastar $4 billones menos de forma privada.
Una forma en la que el Congreso puede lograrlo es poniéndonos impuestos. Pero las estimaciones de la recaudación federal para 2017 son de aproximadamente $3.5 billones y eso nos deja un déficit contable de más o menos medio billón. Por tanto, lo recaudado en impuestos no es suficiente para cubrir el gasto del Congreso.
Otra forma en la que el Congreso puede lograr que gastemos menos en el ámbito privado es a través del mercado de bonos. Así el gobierno puede hacerse préstamos. El endeudamiento nos obliga a gastar menos en privado, aumenta las tasas de interés y desplaza a la inversión privada.
Y por último, la forma más deshonesta de hacer que gastemos menos es inflar el dólar. Los precios más altos en bienes y servicios reducen nuestro gasto real.
La conclusión es que el presupuesto federal siempre está balanceado en sentido económico real.
Para los enamorados de la idea de una enmienda de presupuesto balanceado, piensen en lo siguiente. ¿Tendríamos mayor libertad personal bajo un presupuesto federal balanceado con el Congreso gastando $4 billones y gravando $4 billones, o seríamos más libres bajo un presupuesto federal desbalanceado con el Congreso gastando $2 billones y gravándonos $1 billón?
Prefiero el presupuesto sin balancear. La verdadera medida del impacto del gobierno en nuestras vidas es el gasto público, no la presión fiscal que impone el gobierno.
La recaudación fiscal no es nuestro problema. El gobierno federal ha recaudado casi el 20% del PIB de la nación casi todos los años desde 1960. El gasto federal ha superado el 20% del PIB durante la mayor parte de ese período.
Debido a que el gasto federal es el problema, nuestro enfoque deberá centrarse allí.
Reducir el gasto público es todo un reto político. Cada distrito electoral considera vital el dinero que obtiene del gobierno, ya sea para beneficiarios del Seguro Social, Medicare, Medicaid o para agricultores, los pobres, educadores o militares.
Es fácil para los miembros del Congreso decirles que sí a estos distritos electorales receptores del gasto público, sean demócratas o republicanos en control, ya que no se enfrentan a un balance rígido.
La nación necesita una enmienda constitucional que limite el gasto del Congreso a una cantidad fija, digamos el 20% del PIB. Podría estipular que el límite se exceda solamente si el presidente declara el estado de emergencia y dos tercios de ambas cámaras del Congreso votan a favor de aprobar ese gasto extraordinario.
Por cierto, los Padres Fundadores estarían horrorizados de ver el gasto público en el que incurre el Congreso de hoy. Desde 1787 hasta la década de 1920, excepto en tiempos de guerra, el gasto federal jamás superó el 4% de nuestro PIB.
Durante la década de los años 80, fui miembro del Comité Nacional de Limitación de Impuestos (National Tax Limitation Committee). Nuestro distinguido Comité incluía al fundador, Lew Uhler, y a destacadas personalidades como Milton Friedman, James Buchanan, Paul McCracken, Bill Niskanen, Craig Stubblebine, Robert Bork, Aaron Wildavsky, Robert Nisbet y Robert Carleson.
El Senado aprobó nuestra propuesta de enmienda presupuestaria/de limitación del gasto a la Constitución de Estados Unidos. El 4 de agosto de 1982 se aprobó de forma bipartita (69-31) superando con dos votos el requisito de los dos tercios.
En la Cámara de Representantes, la enmienda también fue aprobada por una mayoría bipartita (236-187), pero no alcanzó los dos tercios que exige el Artículo V de la Constitución.
La enmienda está en el libro Tyranny of the Status Quo (La tiranía del statu quo) de Milton y Rose Friedman o en el apéndice de su libro Free to Choose (Libertad para elegir).
Durante una entrevista sobre la enmienda propuesta, un periodista me preguntó por qué no estaba de acuerdo con el Comité y prefería un límite del 10% del PIB para el gasto federal. Le contesté que si el 10% era suficientemente bueno para la Iglesia Bautista, debería ser suficientemente bueno también para el Congreso.
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