Colombia: Por qué votaré “No” al acuerdo con las FARC

Paso a enumerar por qué votaré “No” al acuerdo con las FARC.

1) Porque me opongo a una Constitución blindada de 297 páginas, a espacio sencillo, que nos condena para siempre a lo que en ella se dispone. Es una barbaridad, así fuera la Constitución más sabia. Pero es monstruosa. Ni los hijos de los hijos de nuestros hijos la podrían modificar.

2) Porque crea un sistema de impunidad detestable, con horrendo valor ejemplarizante. No hay delincuente potencial que no quiera un trato semejante. Las penas previstas en ese mamotreto son un mal chiste. Lo dijo Vivanco, el director de Human Rights Watch: «La clemencia asesinaría si perdonase a los que matan». (William Shakespeare, Romeo y Julieta).

3) Porque no es acto de paz, sino una declaración de guerra. La «lucha contra las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como sucesoras del paramilitarismo» es un capítulo entero de esta aberración. Claro que serán ellas, las FARC, las que digan quiénes serían denominados como sus enemigos, para matarlos o encarcelarlos.

4) Porque me niego a vivir en una patria comunista. En diez millones de hectáreas, dos veces el departamento de Antioquia, se formará una «economía campesina, familiar y comunitaria» que dominarán económica, social y políticamente las FARC, que nunca, ni ahora mismo, han renunciado a su credo marxista-leninista. Está claro cuáles tierras serán despojadas y sobre quiénes se practicará ese despojo.

5) Porque el acuerdo de paz es hambre para Colombia. El modelo agrario ha sido tomado de Cuba, Venezuela, Corea del Norte y China antes de que se volviera capitalista. Ese modelo agrario no produce sino hambre, buena condición para dominar a los hambrientos con un mendrugo de pan en la mano.

6) Porque me niego a vivir en el reino de las FARC. Nada garantiza que las FARC entreguen las armas que tienen. Pero lo que es seguro es que no entregarán su dinero, que tienen acumulado en cantidades gigantescas. Con el que ganan cada año como narcotraficantes y mineros ilegales, les basta para acabar de corromper este pueblo y ganar todas las elecciones. Armas, dinero, curules gratuitas, 31 emisoras FM, comunidades campesinas en su poder, 31 zonas de dominio, diez millones de hectáreas a su disposición (toda el área sembrada de Colombia es de cinco millones de hectáreas) aseguran que de aquí en adelante, hasta el desastre final, las FARC serán dueñas de Colombia.

7) Porque el acuerdo arruina definitivamente el país. Las inversiones en el campo, en las zonas que se entregan a las FARC, son de tal magnitud que no queda un centavo para el resto de Colombia. Solamente la pensión para «los trabajadores y trabajadoras del campo en edad de jubilarse» y la comida gratuita para todos los raspachines de coca y las «comunidades» cocaleras garantizan este resultado. Seremos más pobres que Cuba.

8) Porque no voy a vivir en un narcoestado. Constitucionalmente quedan  prohibidos los bombardeos a los campamentos cocaleros; constitucionalmente prohibidas las fumigaciones aéreas; constitucionalmente prohibidas las extradiciones de narcotraficantes; constitucionalmente prohibida la acción de la Policía y el Ejército contra el narcotráfico. El acuerdo garantiza que Colombia será, para siempre, un Estado de narcotraficantes para narcotraficantes. La sustitución voluntaria de los cultivos es otro chiste de mal gusto. Convencer a un campesino de que deje por las buenas una actividad que le da diez veces lo que cualquier otra no pasa de una charada.

9) Porque me niego a vivir en una dictadura. El Congreso quedará en manos de las FARC. Pero el que se elija, cualquiera, quedará sometido a las 297 páginas de esta basura supraconstitucional. El Poder Judicial queda suplantado por el Tribunal Judicial de Paz, para absolver delincuentes de las FARC y para condenar como delincuentes a los miembros del Ejército, a los empresarios, profesores, agricultores y periodistas que «amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz». Las instituciones, tan imperfectas como se quiera que sean, se van al diablo. Solo quedan Timochenko y Santos y los suyos. Y no voy a votar por Santos y por Timochenko.

10) Porque no quiero vivir en un desierto empobrecido en poder de delincuentes. La deforestación del país es trágica; la destrucción de los ríos, patética; la conversión del campo en un narcocultivo de cocaína, marihuana y amapola, incontenible. Y el acuerdo garantiza que eso se multiplique. La llamada paz es la guerra mortal contra el país que produce, la industria, el desarrollo en las ciudades, la ciencia, la clase media, los asalariados.

Todo esto lo digo con el Acuerdo Final en la mano que tengo estudiado, repasado, subrayado, analizado. Y lo digo en honor de los que queriendo la paz van a votar por su destrucción definitiva, sin leer una página del mamotreto letal que supuestamente la contiene.

Querido lector: puede hacer dos cosas. Creerme o estudiar el acuerdo. De ambas maneras vamos a coincidir. Seguro.

Fernando Londoño Hoyos es exministro colombiano de Interior y Justicia.

Para leer el texto completo, las 297 páginas de acuerdo, haga clic aquí.

 

Otros artículos de Fernando Londoño Hoyos