Etimológicamente la palabra democracia es algo así como el gobierno del pueblo. Entonces una posible interpretación podría ser el gobierno de las mayorías. Note el lector que el pueblo y las mayorías no son la misma cosa; pero a menudo, los gobiernos populistas que circunstancialmente reciben el apoyo de la mayoría, afirman que tienen el apoyo del pueblo, y que por tanto son gobiernos democráticos.
Por otro lado, la aceptación moderna del significado de democracia es mucho más amplia. No se limita simplemente a la elección de representantes por voto universal para que los victoriosos puedan hacer lo que quieran. Se entiende por democracia un sistema político en el que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y es en virtud de esa igualdad que cada uno tiene derecho a elegir y ser elegido y también a tener ciertos derechos civiles y políticos, entre ellos el de la libre expresión, el de la protección a la propiedad privada y a la vida e integridad. La democracia en su sentido moderno defiende la libertad de las personas por encima de todo y para ello establece un sistema de justicia del cual nadie se puede poner por encima, ni siquiera los gobernantes. Bajo esta aceptación, la democracia permite a las mayorías circunstanciales elegir gobernantes, pero no les permite conculcar derechos a las minorías ni a nadie. Entonces un Estado donde una mayoría fustiga y encarcela a una minoría, o le confisca su propiedad o dicta leyes a favor de unos y detrimento de otros, solo por el hecho de ser mayoría no puede ser tildado de democrático, aunque gane las elecciones con el 90%.
Entender estas sutilezas semánticas es importante. Hoy por ejemplo Evo Morales arguye que su gobierno era democrático y para justificar su aseveración hace referencia a los resultados eleccionarios (a los que le conviene, porque no se refiere al 21F). Sus secuaces y acólitos hacen lo mismo: equiparan mayoría con pueblo (lo cual adolece de falta de rigurosidad lógica) y luego equiparan el apoyo del pueblo con democracia. Callan con respeto a los abusos, a las violaciones de derechos humanos, a las persecuciones políticas, al acoso a periodistas y las restricciones a la libertad de expresión, al control de todos los poderes del Estado y una serie de medidas abusivas que hacen de sus gobiernos esencialmente antidemocráticos.
La esencia de la democracia no es el apoyo de las mayorías, sino el establecimiento de ciertos derechos inalienables para todos los ciudadanos, límites al poder político, leyes justas para todos por igual y el sometimiento de todos a dichas leyes, incluidos los gobernantes. Bajo estos criterios gobiernos como el de Evo Morales nunca fueron democráticos, porque nunca quisieron serlo, así como tampoco fue democrático el gobierno de Hitler a pesar de haber llegado al poder bajo un sistema democrático.