Las protestas han crecido y se han extendido por todo Irán, a ciudades como Teherán, Kermanshah, Shiraz, Rasht, Qom, Hamedan, Ahvaz, Isfahan, Zahedan, Qazvin y Sari.
La naturaleza política de las protestas ha estado clara desde el primer momento y el régimen está viviendo un auténtico terremoto. Sus matones han salido con toda la fuerza. Pero, pese al brutal poderío desplegado para reprimir las concentraciones pacíficas –se ha informado ya de veinte manifestantes muertos–, cada vez más gente inunda las calles en abierto desafío al régimen.
Las dimensiones de estas protestas súbitas no tienen precedentes en las cuatro décadas de existencia de la República Islámica.
Estas manifestaciones son diferentes de otras que han tenido lugar desde 1979, cuando se instauró el régimen teocrático. En 2009, durante el levantamiento popular conocido como Movimiento Verde, la gente protestaba contra el pucherazo electoral en beneficio del político antisemita Mahmud Ahmadineyad. En las calles se coreaba «¿Dónde está mi voto?», mientras el Gobierno reforzaba sus poderes para silenciar a los protestatarios.
Ahora, la gente no se está limitando a demandar unas reformas limitadas, sino que exige un cambio de régimen. Tras casi cuatro décadas de teocracia –con el control islamista de los mulás, la rampante corrupción y la persistente difusión de propaganda oficial–, el pueblo ha alcanzado su punto de ebullición. El Gobierno ha estado haciendo todo lo posible por avivar las llamas del odio, pero para canalizarlas mediante el «¡Muerte a América!» y el «¡Muerte a Israel!».
En cambio, los manifestantes, poniendo en riesgo sus vidas, están coreando «¡Muerte a Jamenei!», delito muy grave, punible, según la sharia del régimen, con, precisamente, la muerte.
También están profiriendo «¡Muerte a Ruhaní!», «Maldito seas, Jamenei, abandona el poder», «Muerte al dictador» y «Muerte a la República Islámica». Los manifestantes están arrancando los carteles en los que aparecen los líderes supremos Jomeini y Jamenei.
A lo largo y ancho del país se está escuchando: «Olvidaos de Palestina, olvidaos de Gaza, olvidaos de Siria: pensad en nosotros», «Muerte a Hizbolá», «El pueblo vive como los mendigos y Jamenei vive como Dios». Los gritos no dejan lugar a dudas sobre las necesidades del pueblo, sobre cuál es la auténtica voz de Irán. Los manifestantes están haciendo una clara distinción entre las políticas que desea el pueblo y las que lleva a cabo el régimen. Todos los indicadores políticos y económicos dicen que las protestas seguirán ganando peso.
La Administración Trump está haciendo lo correcto al apoyar al pueblo iraní, que es la principal víctima del régimen de Teherán y de su agenda islamista.
El presidente Trump tuiteó:
Numerosos reportes de protestas pacíficas de ciudadanos iraníes hartos de la corrupción del régimen y del despilfarro de la riqueza del país en la financiación del terrorismo en el extranjero. El Gobierno iraní debería respetar los derechos de su pueblo, que incluyen el de expresarse libremente. ¡El mundo está observando! #IranProtest
En otra declaración, el Departamento de Estado manifestó:
El 14 de junio de 2017 el secretario Tillerson dijo acertadamente en el Congreso que apoya a «aquellos elementos en el interior de Irán que liderarían una transición pacífica. Esos elementos están ahí, como sabemos ciertamente». La Secretaría insiste hoy en su rotundo apoyo al pueblo iraní.
Seamos claros. Las líneas de fractura son completamente visibles. Si estás del lado de la justicia, la libertad y los derechos humanos básicos, y si respetas la humanidad, no puedes permanecer en silencio. Demos al menos apoyo moral –si no más– al pueblo iraní. La justicia y la verdad necesitan prevalecer. Esto es lo que la Historia nos ha mostrado repetidas veces. No nos situemos en el lado de la Historia que permanece callado ante crímenes contra la Humanidad de este porte; no nos unamos a las filas de los dictadores, los terroristas y los criminales que hacen la vista gorda ante la violencia y ante la voluntad del pueblo bravo e inocente.
© Gatestone Institute – El Medio