El matrimonio es la mejor arma de América contra la pobreza infantil

Trasfondo #2465

Resumen: La pobreza infantil es una constante preocupación nacional, pero pocos son conscientes de que su principal causa es la ausencia de padres casados en el hogar. El matrimonio sigue siendo el arma más potente contra la pobreza, pero su declive continúa. A medida que la figura del esposo vaya desapareciendo del hogar familiar, la pobreza y la dependencia de la asistencia social aumentarán y en consecuencia hijos y padres sufrirán. Dado que el declive de la institución matrimonial aumenta la pobreza infantil y la dependencia, y ya que los pobres aspiran a tener un matrimonio sano pero carecen de las normas, del conocimiento y de las habilidades para lograrlo, es razonable que el gobierno tome medidas de forma activa para fortalecer el matrimonio. Al igual que el gobierno desaconseja que los jóvenes abandonen los estudios, también debería facilitar información que ayude a la gente a formar y mantener matrimonios sanos y a dejar la procreación hasta después del matrimonio y haber alcanzado estabilidad económica. En particular, debería ser una prioridad ponerles muy en claro a los potenciales padres de comunidades de bajos ingresos las gravísimas carencias de la filosofía «hijos primero, matrimonio después».

La pobreza infantil es una constante preocupación de ámbito nacional, pero pocos son conscientes de su principal causa: la ausencia de padres casados en el hogar familiar.

Según los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, el índice de pobreza para progenitores solteros con hijos en Estados Unidos en 2008 fue del 36.5%. Ese índice en parejas casadas con hijos fue del 6.4%. Ser criado dentro de una familia casada reduce la probabilidad de que el hijo viva en la pobreza en cerca del 80% [1].


Parte de esta diferencia en índices de pobreza es debida al hecho de que los padres solteros suelen tener menos educación que las familias casadas, pero incluso cuanto se comparan a casados con solteros del mismo nivel educativo, el índice de pobreza de los casados sigue siendo un 75% inferior. El matrimonio es un arma potente en la lucha contra la pobreza. De hecho, estar casado tiene el mismo efecto reduciendo la pobreza que añadir de cinco a seis años de estudios a los padres [2].

Declive del matrimonio y crecimiento del número de hijos fuera del matrimonio

Lamentablemente, la institución está declinando rápidamente en Estados Unidos. La actual caída es inusual. Como muestra la Tabla 2, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, la procreación dentro del matrimonio fue la norma por excelencia que se siguió en el país. Casi todos los hijos nacieron dentro del matrimonio.

Por ejemplo, cuando el presidente Lyndon Johnson lanzó la Guerra contra la Pobreza en 1964, el 93% de los niños nacidos en Estados Unidos lo fueron de padres casados. Desde entonces, los nacimientos dentro del matrimonio han descendido bruscamente. En 2007, sólo el 59% de todos los nacimientos en la nación lo fueron de parejas casadas.

El otro lado de la moneda de este declive del matrimonio es el crecimiento de la tasa de nacimientos fuera del matrimonio, es decir, el porcentaje de nacimientos en los que las madres no están casadas cuando nace el niño [3]. Como muestra la Tabla 3, durante la mayor parte de la historia de Estados Unidos, los nacimientos fuera del matrimonio eran poco frecuentes. Cuando comenzó la Guerra contra la Pobreza a mediados de los 60, sólo el 6% de los nacimientos eran fuera del matrimonio. Durante las siguientes cuatro décadas y media, esta cifra creció fuertemente. En 2008, el 40.6% de todos los niños nacidos en Estados Unidos lo fueron al margen del matrimonio [4].

Tener hijos fuera del matrimonio no es lo mismo que embarazos de adolescentes

Los nacimientos fuera del matrimonio se confunden frecuentemente con embarazos y nacimientos por adolescentes.

De hecho, son pocos los nacimientos de madres adolescentes fuera del matrimonio. Como muestra la Tabla 4, de todos los nacimientos habidos fuera del matrimonio en Estados Unidos en 2008, sólo el 7.7% ocurrieron en chicas de menos de 18 años. Las tres cuartas partes fueron de mujeres jóvenes con edades entre 19 y 29 años [5]. El declive del matrimonio y el aumento de nacimientos fuera del matrimonio no es un asunto de adolescentes; es el resultado de la ruptura en las relaciones entre adultos jóvenes.

Una sociedad de dos castas

En 2008, 1.72 millones de niños nacieron fuera del matrimonio en Estados Unidos [6]. Muchos de estos nacimientos fueron de mujeres que lo van a pasar muy mal como madres solteras: las mujeres jóvenes con educación secundaria o inferior. Como muestra la Tabla 5, más de dos tercios de las mujeres que fueron madres solteras no acabó la educación secundaria. Entre las mujeres que sólo tenían el diploma de la secundaria, algo más de la mitad de todos los nacimientos fueron fuera del matrimonio. En contraste, sólo el 8% de los nacimientos por mujeres con estudios universitarios fueron fuera del matrimonio, y el 92% de los nacimientos fueron de parejas casadas [7].

Estados Unidos está progresivamente convirtiéndose en un sistema de dos castas en el que la línea divisoria son el matrimonio y los estudios. En el tercio de más ingresos, los hijos son críados por padres casados con educación universitaria; en el tercio inferior de menos ingresos, los hijos son criados por progenitores solteros con estudios secundarios o incluso menos que eso.

Hijos fuera del matrimonio, paternidad de solteros y pobreza infantil

El aumento de los hijos fuera del matrimonio y el incremento de la paternidad de solteros son causas principales de altos niveles de pobreza infantil. Desde principios de los años 60, las familias monoparentales se han casi triplicado como porcentaje sobre las familias con hijos. Como ya se ha señalado, en 2008, en Estados Unidos, los padres solteros tenían una probabilidad seis veces más alta de ser pobres que las parejas casadas.

No es sorprendente que las familias monoparentales en Estados Unidos constituyan la abrumadora mayoría de las familias pobres con hijos. En total, las familias monoparentales son un tercio de todas las familias con hijos, pero como muestra la Tabla 6, el 71% de las familias pobres con hijos están encabezadas por progenitores solteros. En contraste, el 74% de las familias no pobres son de parejas casadas [8].

Tanto el matrimonio como la educación reducen la pobreza

El índice de pobreza entre parejas casadas es drásticamente inferior que en hogares encabezados por solteros, incluso si la pareja casada se compara con padres solteros de igual nivel educativo. Por ejemplo, como muestra la Tabla 7, el índice de pobreza en madres solteras con sólo estudios secundarios es del 31.7%, mientras que para familias de parejas casadas encabezadas por una persona con sólo esos estudios es de 5.6%. El matrimonio rebaja las posibilidades de ser pobre en un 80% [9].

Estar casado tiene aproximadamente el mismo efecto reduciendo la pobreza que añadir cinco o seis años de educación a uno de los padres. Es de interés saber que, como promedio, los que abandonan la secundaria pero están casados tienen un índice de pobreza mucho menor que los padres solteros con uno o dos años de universidad.

Los costos de la asistencia social de familias monoparentales

El gobierno federal tiene unos 70 programas de asistencia social según ingresos que proveen dinero en efectivo, comida, vivienda, atención médica y servicios sociales específicos para personas pobres o de bajos ingresos [10]. En el año fiscal 2010, tanto el gobierno federal y como los estatales gastaron más de $400,000 millones en asistencia social según ingresos para familias de bajos recursos con hijos. Aproximadamente tres cuartas partes de esta asistencia, o $300,000 millones, fue a familias monoparentales. La mayoría de los nacimientos fuera del matrimonio los paga el contribuyente a través del sistema Medicaid y una amplia red de asistencia social para madre e hijo se extenderá durante cerca de dos décadas tras el nacimiento.

Diferencias raciales en caso de hijos fuera del matrimonio

La procreación fuera del matrimonio varía considerablemente según la raza y etnia. Para comprender esto, es importante entender la diferencia entre tasa de nacimientos fuera del matrimonio y porcentaje de esos nacimientos en un grupo racial o étnico particular.

La tasa de nacimientos fuera del matrimonio de un grupo concreto es lo mismo que el total de nacimientos fuera del matrimonio de ese grupo dividido por todos los nacimientos en ese grupo en el mismo año. Por tanto, si 50 bebés nacen de madres hispanas fuera del matrimonio en un año dado y el total de nacimientos de madres hispanas (tanto casadas como no casadas) en ese mismo año fue de 100, la tasa de nacimientos fuera del matrimonio para hispanos serían 50 dividido por 100, o el 50%.

La Tabla 8 muestra las tasas de tales nacimientos para diferentes grupos raciales y étnicos en 2008. La tasa de estos nacimientos para toda la población fue de 40.6%. Entre mujeres blancas no hispanas fue de 28.6%; entre hispanas fue de 52.5%; y entre negras fue de 72.3% [11].

Por el contrario, el porcentaje sobre nacimientos fuera del matrimonio es el número total de hijos nacidos de madres no casadas de un grupo racial o étnico específico dividido por el total de hijos fuera del matrimonio para todos los grupos. Si 50 bebés nacen de mujeres hispanas fuera del matrimonio en cierto año y el total de nacimientos fuera del matrimonio para todos los grupos fue de 150, la participación de hispanos en los nacimientos fuera del matrimonio sería de 50 dividido por 150, o el 33.3%

La Tabla 9 muestra las participaciones de nacimientos fuera del matrimonio para los diferentes grupos raciales y étnicos [12]. Aunque es más probable que las mujeres negras e hispanas den a luz fuera del matrimonio que las mujeres blancas no hispanas, debido a que las blancas no hispanas son mucho más numerosas en el total de población, el mayor número (o minoría mayoritaria) de nacimientos fuera del matrimonio sigue siendo de ese grupo. De todos los nacimientos fuera del matrimonio en Estados Unidos, como un 37% son de blancas no hispanas, 31% de hispanas y 26% mujeres no hispanas negras [13].

Crecimiento de la tasa en negros y blancos. Históricamente, el índice de natalidad fuera del matrimonio para negros ha sido siempre más alto que para blancos; sin embargo, durante mucho del siglo XX, el índice para ambos grupos era relativamente bajo. Por ejemplo, como muestra la Tabla 10, el 2% de niños blancos y el 14% de niños negros nacidos en 1940 lo fueron fuera del matrimonio.

Tales índices se mantuvieron relativamente bajos hasta el principio de la Guerra contra la Pobreza de Lyndon Johnson, a principios de los años 60. El índice de natalidad fuera del matrimonio de la población negra aumentó espectacularmente, doblándose en poco menos de una década, de 24.5% en 1964 a 50.3% en 1976. Continuó subiendo rápidamente, alcanzando 70.7% en 1994. En la siguiente década, declinó ligeramente y luego empezó a subir de nuevo, llegando a 72.4% en 2008.

El índice de natalidad fuera del matrimonio de los blancos siguió un patrón similar, si bien menos drástico. Se mantuvo casi sin cambios, alrededor del 2% entre 1930 y 1960 y empezó un lento pero constante aumento en los años 60 que se aceleró en los 80, llegando a 20% en 1990. Bajó en los 90 pero luego retomó el aumento. En años recientes, se ha incrementado a una tasa de un 1% anual, llegando a 28.6% en 2008 [14].

Matrimonio y pobreza para blancos, hispanos y negros. El matrimonio está asociado a menores índices de pobreza en los tres grupos. Dentro de cada grupo racial y étnico, El índice de pobreza para parejas casadas es sustancialmente menor que el de familias no casadas de igual raza o etnia. Por ejemplo, como muestra la Tabla 11, en 2008:

* En las parejas casadas blancas no hispanas, el índice de pobreza era del 3.1% mientras que en las familias no casadas fue siete veces mayor, el 21.7%;

* En las familias hispanas casadas, el índice de pobreza fue 12.8% mientras que en familias no casadas era tres veces superior, el 37.5%;

* En las parejas negras casadas, el índice de pobreza era de 6.9% mientras que para familias no casadas era siete veces superior, el 3% [15].

Corroborando los datos con la encuesta de Familias Frágiles

Los datos del Censo presentados hasta ahora muestran que las parejas casadas tienen unos índices de pobreza muchísimo más bajos que los de progenitores solteros. Estas diferencias sustanciales de pobreza permanecen incluso cuando se compara parejas casadas con progenitores solteros de igual raza y nivel de educación. El patrón es casi exactamente el mismo en los 50 estados.

Sin embargo, en las comparaciones del Censo, las parejas casadas y los progenitores solteros son obviamente personas diferentes, aunque similares. Es por tanto posible que mucha de la diferencia de pobreza entre familias casadas y familias monoparentales puedan deberse a diferencias ocultas entre individuos más que debida al matrimonio en sí mismo. Por ejemplo, es posible que los padres no casados tengan ingresos sustancialmente menores que padres casados con igual trasfondo racial y educativo. Si este fuera el caso, entonces el matrimonio tendría un efecto antipobreza reducido para estos hombres.

Afortunadamente, tenemos otros datos directos de pobreza y progenitores no casados que corroboran el análisis del Censo. Estos datos los proporciona la Encuesta de Familias Frágiles y Bienestar Infantil, obra conjunta de las universidades de Princeton y Columbia [16]. La encuesta de Familias Frágiles es un conjunto representativo de progenitores a escala nacional hecha en el momento del nacimiento de sus hijos, poniendo gran énfasis en parejas no casadas de bajos ingresos. Este estudio es inusual porque recopila información no sólo de madres solteras, sino de varones no casados, incluyendo, y esto es muy importante, el empleo real e ingresos del padre en el año previo al nacimiento del hijo.

Dado que esta encuesta informa de los ingresos de madres y padres, es fácil calcular el índice de pobreza si las madres no casadas siguen solteras y cada madre no casada se casa con el padre del hijo común (juntando por tanto los ingresos de ambos progenitores en un solo ingreso familiar). Los datos de Familias Frágiles muestran que si las madres solteras se quedan solteras, más de la mitad (56%) serán pobres. Este alto nivel de pobreza persiste durante años: la mitad de las madres solteras son pobres cinco años después del nacimiento del hijo [17].) Por el contrario, si las madres solteras se casan con los padres biológicos de sus hijos, solo el 18% sigue siendo pobre [18]. Así, el matrimonio reduce el previsto índice de pobreza de los hijos en dos tercios.

Es importante darse cuenta de que estos resultados se basan en los ingresos reales de los padres biológicos y en no ingresos supuestos o hipotéticos. Además, los varones no casados de la muestra son relativamente jóvenes. Con el tiempo, sus ingresos se incrementan y el índice de pobreza para parejas casadas baja aun más.

Los efectos positivos a largo plazo que tiene la figura paterna

Los datos del Censo y de la encuesta de Familias Frágiles muestran que el matrimonio puede ser extraordinariamente efectivo para reducir la pobreza infantil. Pero los efectos positivos de padres casados no se limitan a los ingresos únicamente. Los hijos criados dentro del matrimonio alcanzan mucho mejores resultados en su vida personal que hijos en las mismas circunstancias pero viviendo en hogares monoparentales.

Cuando los comparamos con niños de hogares casados intactos, los hijos de progenitores solteros tienen mayor probabilidad de experimentar problemas emocionales y de comportamiento; que se abuse físicamente de ellos; que fumen, consuman alcohol y usen drogas; que sean agresivos; que se vean involucrados en comportamiento violento o criminal; que tengan peor rendimiento escolar; que sean expulsados de la escuela; y que abandonen la secundaria [19]. Muchos de estos resultados negativos están asociados a los mayores índices de pobreza de madres solteras. En muchos casos, sin embargo, las mejoras en el bienestar de los niños está asociadas con la duración del matrimonio, incluso tras tener en consideración las diferencias en ingresos familiares. Esto indica que el padre aporta al hogar algo más que un sueldo.

El efecto de un padre casado sobre los logros del niño puede ser bastante pronunciado. Por ejemplo, si examinamos familias de padres con la misma raza y educación, vemos que, al compararlos con matrimonios intactos, los hijos de hogares monoparentales tienen:

* más del doble de probabilidades de ser arrestados por delincuencia juvenil [20];

* casi el doble de probabilidades de ser tratados por problemas emocionales y de conducta [21];

* aproximadamente doble de probabilidades de ser suspendidos o expulsados de la escuela [22]; y

* un tercio de mayores probabilidades de dejar los estudios secundarios sin completarlos [23].

Los efectos de ser criado en un hogar monoparental continúan hasta entrada la edad adulta. Comparados con familias de igual raza y similares ingresos, a los hijos de hogares rotos y monoparentales les es tres veces más probable acabar en prisión para cuando alcancen los 30 años que a los hijos de familias casadas intactas [24]. Comparado con niñas criadas en familias casadas similares, hay el doble de probabilidades de que las niñas de hogares monoparentales tengan un hijo sin estar casadas, repitiendo por tanto el círculo vicioso en otra generación [25].

Finalmente, el declive del matrimonio genera pobreza para futuras generaciones. Los hijos que viven en hogares monoparentales tienen un 50% más de probabilidades de sufrir pobreza como adultos si se compara con hijos de hogares casados intactos. Este efecto intergeneracional de pobreza persiste incluso tras tomar en consideración las diferencias originales en ingresos y pobreza familiares durante la infancia [26].

Comprendiendo el contexto cultural del embarazo y el nacimiento fuera del matrimonio

Está claro que el aumento de nacimientos fuera del matrimonio y el declive del matrimonio juegan un fuerte papel favoreciendo la pobreza infantil y otros males sociales. Tratar estos problemas requerirá el entendimiento del contexto social del embarazo y nacimiento fuera del matrimonio. La mejor fuente de información sobre este asunto es «Promises I Can Keep: Why Poor Mothers Put Motherhood Before Marriage» (Promesas que puedo cumplir: Por qué las madres pobres ponen la maternidad por delante del matrimonio) de Kathryn Edin y Maria Kefalas [27].

Edin, profesora de Política Pública en la Universidad de Harvard, es la investigadora más destacada del país en materia de madres solteras de bajos ingresos; sus hallazgos contradicen mucha de la ortodoxia sobre embarazos «no planeados», nacimientos fuera del matrimonio y padres solteros de escasos recursos. La percepción mayoritaria del público es que el nacimiento fuera del matrimonio ocurre como resultado de embarazos accidentales entre adolescentes que carecen de acceso o conocimiento a medios de control de natalidad. Esta percepción es completamente inexacta.

En realidad, los nacimientos fuera del matrimonio raramente implican a chicas adolescentes, casi nunca son causados por falta de acceso a controles de natalidad y generalmente no son el resultado de embarazos puramente accidentales.

  • Como se mencionó antes, sólo el 8% de los nacimientos fuera del matrimonio les ocurren a chicas menores de 18 años. Los nacimientos y embarazos fuera del matrimonio son fenómenos que fundamentalmente implican a jóvenes adultos de ambos sexos.
  • La investigación acerca de mujeres de bajos ingresos que quedan embarazadas fuera del matrimonio (tanto como menores o adultas) revela que prácticamente ninguno de estos embarazos fuera del matrimonio ocurre debido a la falta de conocimiento sobre el control de la natalidad o de acceso a ellos [28].
  • Los nacimientos fuera del matrimonio generalmente no son el resultado de embarazos puramente accidentales. De hecho, la mayoría de las mujeres que se quedan embarazadas y dan a luz fuera del matrimonio desean fuertemente tener a sus hijos. Sus embarazos son parcialmente deseados o al menos no seriamente evitados [29].

La mayor parte de las madres no casadas desean fuertemente los hijos

Kathryn Edin explica que los hijos nacidos fuera del matrimonio «raramente son concebidos a propósito, pero también es raro que sean un simple accidente» [30]. Las madres solteras jóvenes típicamente «describen sus embarazos como ‘no planeado exactamente’ pero también como ‘no evitado exactamente’…. [S]olo unas pocas usaban algún método contraceptivo cuando concibió a su hijo ‘no planeado'» [31]. Pero el no usar anticonceptivos no fue por ignorancia o ni por falta de acceso a los mismos.

La abrumadora mayoría de mujeres de bajos ingresos que tienen hijos fuera del matrimonio desean fuertemente tener esos hijos. De hecho, tener hijos se percibe en general como la cosa más importante y plena de sus vidas, llenándolas de sentido y significado. Según Edin, estas madres ven a «los niños [como] lo mejor que la vida ofrece» [32]. Planeados o no, los hijos «son casi siempre vistos como un regalo, no una carga — una fuente tanto de alegría como de autorrealización» [33]. Estas madres «atribuyen a sus hijos prácticamente todo lo que ven positivo en sus vidas» [34] y se apoyan en sus hijos «para conseguir validación, propósito, compañía y orden en sus a menudo caóticas vidas» [35].

La mayoría de estas madres ven a los hijos no solo deseables, sino como una «necesidad» [36]. Sin hijos, sus vidas son vacías y caóticas; tener hijos es una elección «heroica» que las rescata del vacío. Para muchas, ser madre es el momento «en el que puede empezar realmente a vivir» [37].

Aunque muchas de estas jóvenes madres creen que deberían esperar a ser algo mayores antes de tener hijos, esta creencia es débil comparada con el muy positivo sentimiento sobre la maternidad en general. Dado este contexto emocional, no debería sorprendernos que cualquier plan para retrasar el embarazo se lleve a cabo sin mayor cuidado o que no se considere en absoluto.

El papel del matrimonio

Fundamentalmente, casi ninguna mujer de bajos ingresos con hijos fuera del matrimonio cree que sea importante estar casada antes de tener hijos. Aunque aproximadamente la mitad de las madres no casadas convivían con el padre de la criatura en el momento del nacimiento (casi el 75% mantenía algún tipo de relación sentimental con el padre), estas relaciones son normalmente de corta duración e inestables. Carecen de mutua comprensión y devoción y, aunque las parejas normalmente piensan y hablan favorablemente sobre el matrimonio, la mayoría tiende a separarse tras nacer el hijo [38].

Sin embargo, los progenitores de bajos ingresos y solteros no son hostiles al matrimonio como institución ú objetivo de vida. Irónicamente, la mayoría tiene la institución matrimonial en muy alta estima, tanto así que tienden a sobreidealizarlo. La mayoría de chicas solteras de bajos ingresos tiene metas familiares tradicionales; esperan tener un esposo, hijos, un minivan y la típica casa en los suburbios rodeada «de estacas blancas» [39]. Trágicamente, pocas tienen un plan de vida que les posibilite alcanzar sus objetivos.

Un obstáculo de envergadura es que la mayoría de las mujeres de bajos ingresos tienen el plan de casarse después de tener hijos, no antes. Su plan de vida es diametralmente opuesto a la secuencia normal en la clase media alta en la que hombres y mujeres siguen el patrón tradicional: un hombre y una mujer se sienten mutuamente atraídos; desarrollan una relación; uno evalúa al otro y en un momento dado eligen deliberadamente convertirse en compañeros de por vida; los lazos emocionales se profundizan; se casan y tras unos años tienen hijos.

En el tercio de menores ingresos de la población, esta secuencia tradicional de formación de la familia y procreación es explícitamente al revés. Las mujeres primero tienen hijos y después buscan construir una relación estable que potencialmente llevará al matrimonio. Típicamente, las madres solteras de bajos ingresos no ven el matrimonio como una parte importante de la crianza de los hijos o como un elemento importante de seguridad económica o poder escalar socialmente. En vez de eso, el matrimonio se ve como un suceso simbólico que ocurrirá más tarde en la vida adulta. El matrimonio es considerado como una ceremonia importante que celebra la llegada a la clase media más que como un camino vital que permite ascender al estado de clase media.

Estas madres solteras «creen que es el matrimonio, no los hijos, lo que requiere años de cuidadosa planificación y preparación y [que] tener hijos es algo que sucede de camino a ello» [20]. Mientras que no es un problema concebir un hijo con un hombre al que se ha conocido sólo pocos meses antes, la mayoría de madres no casadas creen que deberían conocer bien a un hombre, cuatro o cinco años, antes de casarse con él [41]. La idea de que se debería seleccionar cuidadosamente un compañero y construir, de forma diligente, una relación satisfactoria con él antes de concebir un hijo es un concepto extraño.

En muchas comunidades, el patrón de hijos primero y (con suerte) matrimonio después está tan arraigado que las parejas tienen dificultades para entender la otra opción; pero este modelo es un desastre como medio para construir relaciones amorosas a largo plazo y hogares que cuiden de los hijos. Aunque las jóvenes de bajos ingresos se ilusionan enormemente con la idea de tener hijos, un esposo y una casa en los suburbios rodeada de estacas blancas, no tienen un plan práctico para convertir su sueño en realidad. Tristemente, la elección de tener hijos antes del matrimonio y antes de formar una relación estable y comprometida con el padre del bebé normalmente lleva al resultado contrario, condenando a madres e hijos a vidas de pobreza y dura pugna [42].

En resumen, el fuerte deseo de tener hijos mezclado con la creencia de que no es importante casarse antes de tenerlos explica el drástico incremento en nacimientos fuera del matrimonio en las zonas de menores ingresos. Aunque la mayor parte de estos embarazos no son planeados, tampoco son seriamente evitados. La desafortunada realidad es que los hijos nacen a tontas y a locas a parejas en relaciones inestables, sin compromiso, que se rompen a los pocos años después del nacimiento de los hijos.

Los padres solteros se separan

Aunque la mayor parte de los padres no casados aspiran a permanecer juntos y casarse algún día, normalmente carecen de la habilidad y entendimiento necesarios para formar relaciones duraderas. A menudo, una mujer concibe un hijo con un hombre antes de haber decidido si lo considera un compañero adecuado para toda la vida y antes de que la pareja se haya comprometido seriamente .

Tratar de decidir si se quiere pasar el resto de la vida con alguien después de haber tenido un hijo, en vez de al revés, es buscarse problemas. Con frecuencia, las parejas tratarán de resolver asuntos fundamentales como la fidelidad sexual solamente después de nacer el hijo. No comprenden que estos problemas tienen que resolverse al comienzo de la relación, no en la sala de maternidad del hospital.

Incluso aunque aspiren a permanecer juntos, la mayor parte de las parejas no casadas tampoco comprenden el papel que juega el compromiso en las relaciones de éxito. En el mundo real, todas las relaciones pasan por periodos de estrés, problemáticos; pero las parejas de éxito tienen contraído un duradero compromiso mutuo que posibilita sortear los periodos difíciles y surgir fortalecidos y más felices. En nuestra cultura, un compromiso de esa envergadura raramente existe fuera del matrimonio. Al no comprender la importancia del compromiso, la mayor parte de estas parejas no casadas tienden a deshacerse cuando se encuentran con los periodos difíciles que son inevitables en todas las relaciones.

¿Carecen de ingresos los padres varones solteros?

Algunos alegan que promocionar el matrimonio en comunidades de bajos ingresos es irrelevante porque los varones no ganan lo suficiente para contribuir significativamente al mantenimiento de la madre y el bebé. Ocho de cada diez varones no casados están desempleados en el momento del nacimiento de sus hijos [43]. Irónicamente, dado el grado con que se critica la capacidad de ganar dinero de estos padres, estos hombres en realidad ingresan más que las madres en el periodo anterior al nacimiento. Si los padres no están preparados económicamente para mantener una familia, menos lo están las madres [44].

La mayor parte de los varones no casados tiene suficientes ingresos para ayudar a sus hijos a escapar de la pobreza. Como se advierte, si las mujeres que tienen hijos fuera del matrimonio estuviesen casadas con el verdadero padre del niño, la probabilidad de vivir en la pobreza se reduciría en dos terceras partes [45].

De hecho, más del 60% de los padres que tienen hijos fuera del matrimonio han ganado suficiente dinero en el momento del nacimiento para mantener a su probable familia con un nivel superior al de pobreza incluso si la madre no trabajara en absoluto. Si se casaran y la madre trabajara medio tiempo, la familia típica tendría unos ingresos 150% por encima del nivel de pobreza, o unos $35,000 anuales. Además, en el momento del nacimiento, los padres son jóvenes; es de esperar que sus ingresos aumenten con el tiempo y probable auméntarían con mayot rapidez si se casaran y se comprometieran a formar una familia.

¿Hay escasez de hombres casaderos?

Un argumento relacionado con el anterior es que las madres solteras no se casan porque los padres de sus hijos no son los adecuados para casarse. Este es un argumento asombroso e impactante, dado el hecho de que el 40% de todos los hijos nacen fuera del matrimonio. ¿Creen los políticos que el 40% de los adultos jóvenes en América no son buenos candidatos para el matrimonio? En realidad, aunque algunos padres no son compañeros adecuados para un matrimonio, la mayoría lo es.

Tres cuartas partes de los padres no casados están de romance con la madre de sus hijo en el momento del nacimiento. Entre estos hombres, alcohol, drogas y abuso físico son fenómenos infrecuentes [46]. Aunque muchos de estos hombres tienen problemas potenciales como también es el caso de las madres. En la mayoría de los casos, tanto hombres como mujeres estarían mejor si fuesen mayores, más maduros y en un matrimonio estable antes de procrear.

Pero este no es un argumento para descartar a los hombres en general, sino para animar a relaciones más sólidas y más maduras antes de la concepción. El declive del matrimonio en las zonas de menores ingresos tiene su raíz en las cambiantes normas sociales y en un sistema de protección social que por décadas ha penalizado el matrimonio, no en la falta de millones de hombres casaderos.

Padres solteros y matrimonio

Como las madres solteras, la mayoría de los padres no casados expresa actitudes positivas respecto al matrimonio. Muchos de estos jóvenes varones se criaron en hogares sin padre y a menudo dicen que no desean lo mismo para sus propios hijos.

Pero como las madres solteras, estos hombres también dan poca importancia a estar casados antes de tener hijos. Frecuentemente fantasean con tener relaciones estables, próximas, de larga duración, con sus hijos y las madres incluso sin el matrimonio. Pero tal resultado es en realidad extremadamente improbable. Sin matrimonio, las relaciones con las madres muy probablemente fracasarán; con el tiempo, los padres tendrán poco contacto con sus hijos y es probable que lleguen a cumplir los treinta solos y con vidas difíciles.

Aunque los padres varones no casados tienden a ver positivamente la idea del matrimonio cuando nace el hijo, también son conscientes de que implica moderación y sacrificio. Un esposo debe abandonar su libertad sexual y hacer frente a fuertes responsabilidades financieras. Convertirse en esposo implica crecer, hacer la transición de una semiadolescencia prolongada a la verdadera madurez varonil. Como tantos otros hombres, los jóvenes padres no casados ven esta transición con incertidumbre y ambivalencia.

Históricamente, la sociedad establece normas y valores fuertes que apoyan y animan a los jóvenes en esta transición. El papel de padre casado y de sostén económico de la familia era esencial, importante. Los hombres que pasaban al papel de esposos eran tenidos en estima en sus comunidades.

Hoy, las normas y valores que históricamente han concernido al matrimonio y la paternidad prácticamente han desaparecido en las zonas de bajos ingresos. En la sociedad en su conjunto, los líderes de opinión tratan a los padres varones no casados como socialmente marginales, un residuo de no casaderos de poca importancia social o económica. En la medida que se tiene presente a los padres, se les considera mayormente inútiles, capaces de poco más que modestas pensiones alimenticias para los hijos.

El hundimiento de las normas referidas al matrimonio y la tenencia de hijos ha sido un desastre. En el matrimonio, los hombres normalmente dedican una parte muy grande de sus ingresos a la manutención de las esposas y los hijos; son reacios a hacer esos sacrificios salvo si la sociedad les dice que es vital y de forma tajante promueve que acepten estas obligaciones. Dado que la sociedad ya no exige, espera o fomenta que los jóvenes varones de bajos ingresos se conviertan en padres casados, no debería sorprendernos que experimenten dificultades para completar la transición a la vida adulta y con matrimonio.

El problema se magnifica por el hecho de que entre los planes de la mayoría de las madres solteras no está seriamente casarse con los padres de sus hijos [47]. Sin estímulo de la sociedad o modelos positivos, muchos padres solteros van dando tumbos con vidas vacías y desordenadas. Esta es una tragedia para los padres, las madres y sus hijos.

La analogía del abandono de la escuela

Dado que el matrimonio es el interés de largo plazo de madres, padres e hijos, ¿por qué no se casan los progenitores de bajos ingresos? ¿Cómo ha evolucionado la particular idiosincrasia del «hijo primero, matrimonio después» en las comunidades de bajos ingresos? Estas son cuestiones complejas. La mejor analogía es el abandono de la escuela. Acabar los estudios de secundaria es claramente algo de interés para el futuro económico de los individuos. A pesar de ello, cientos de miles abandonan los estudios cada año.

La gente sale de la escuela y tiene hijos sin casarse por razones parecidas. Para muchos, acabar la secundaria es difícil; implica tener una fuerte orientación hacia el futuro, aplazar la autosatisfacción, olvidar los ingresos inmediatos y persistir en tareas educativas que pueden parecer poco placenteras y aburridas. Muchos no son capaces o carecen de la voluntad para continuar el camino más duro y acabar los estudios; abandonan a pesar de las consecuencias negativas a largo plazo.

De igual forma, aplazar tener hijos implica posponer los placeres de tenerlos, seleccionar cuidadosamente un compañero para el futuro previsible, autocontrolarse para serle sexualmente fiel al compañero y desarrollar y mantener una relación de compromiso. No se trata de cosas simples. En las zonas de bajos ingresos, tener un hijo sin casarse es una elección común, el camino de menor resistencia. Muchos toman ese camino sin apreciar las futuras consecuencias negativas.

Sin embargo, hay una diferencia crucial entre abandonar los estudios y tener un hijo fuera del matrimonio. A todo el mundo en nuestra sociedad se le dice incesantemente desde la niñez que abandonar los estudios perjudicará su futuro; a pesar de repetirlo constantemente, muchísimos abandonan cada año. En claro contraste, nunca se les dice a los jóvenes en zonas de bajos ingresos que tener hijos fuera de matrimonio tendrá consecuencias negativas. Nunca se les dice que el matrimonio tiene efectos beneficiosos. Las escuelas, el sistema de protección social, el sistema de salud, las autoridades públicas y los medios permanecen escrupulosamente callados sobre este asunto. En vista de este generalizado silencio, no debería sorprender que tener hijos fuera del matrimonio se haya convertido en la norma en muchas comunidades.

Piensen lo alta que sería la tasa de abandono de la escuela si durante 50 años a los jóvenes de menores ingresos no se les dijera nunca que no acabar la secundaria les causará perjuicios en el futuro. De forma trágica, un silencio deliberado ha reinado durante casi medio siglo acerca de los hijos fuera del matrimonio. Nunca se ha dicho a los jóvenes de menores ingresos que el matrimonio es beneficioso; nunca se les ha dicho que tener un hijo sin casarse probablemente tendrá malas consecuencias. En este contexto, no debería ser una sorpresa que hayan aumentado tantísimo los nacimientos fuera del matrimonio.

Fundamentos de una nueva política

Mientras que el actual silencio de la sociedad acerca de los beneficios del matrimonio y los perjuicios de la paternidad no marital continúen, el matrimonio seguirá perdiendo posiciones en las comunidades de más bajos ingresos. Para combatir la pobreza, es vital fortalecer el matrimonio, y, para esto, es vital que a las poblaciones en riesgo se les haga entender claramente y fundamentado con hechos los beneficios del matrimonio así como los costos y consecuencias de la procreación fuera del matrimonio.

Para desarrollar este entendimiento, el gobierno y la sociedad deberían establecer una amplia campaña de educación pública en áreas de bajos ingresos. Esta campaña debería ser parecida en alcance a los actuales esfuerzos por convencer a los jóvenes de la importancia de continuar en la escuela o de informar sobre los riesgos de fumar para la salud. Mientras que los costos de tales iniciativas es pequeño, el impacto puede ser considerable.

Si la sociedad desea detener el aumento de nacimientos y embarazos fuera del matrimonio, entonces el gobierno debe comunicar claramente que, como promedio, tener hijos y criarlos dentro del matrimonio es más beneficioso que fuera de él. El gobierno debería comunicar no solo la conveniencia de aplazar la procreación hasta tener una edad más avanzada, sino también las ventajas de retrasar la llegada de los hijos hasta haber encontrado la pareja adecuada a largo plazo, haber formado una relación estable y sana y, como pareja, haber adoptado un sincero compromiso mutuo durante el matrimonio.

El nuevo mensaje en pro del matrimonio debería atender las más profundas preocupaciones de las chicas jóvenes de menores ingresos. Por encima de todo, estas mujeres desean ser madres, pero también desean ser buenas madres. El bienestar y las perspectivas de vida que tienen los hijos que traerán al mundo es muy importante para ellas. Por tanto, el gobierno debería informar a hombres y mujeres de pocos ingresos de los efectos positivos de un matrimonio sano para el bienestar de los hijos. Podría además referirse a los beneficios de un matrimonio equilibrado para los adultos y la sociedad. Aunque existe amplia literatura sobre estos temas, tal información está completamente fuera del alcance de las comunidades de menores ingresos.

Yendo más allá, la nueva política debería hablar de habilidades prácticas para planificar el nacimiento de los hijos en una forma que permita conseguir los objetivos de vida a largo plazo. Debería enseñar cómo seleccionar compañeros adecuados, para mantener relaciones estables y sanas y para comprender el papel que juega el compromiso en el mantenimiento de matrimonios satisfactorios. Dada la alta estima que las jóvenes profesan por el matrimonio como institución, el mensaje debería dirigirse a una audiencia receptiva, aunque la idea de aplazar los nacimientos hasta después del matrimonio producirá, inicialmente, una verdadera conmoción.

Incluso para aquellos en la izquierda cuya única preocupación es que las mujeres de bajos ingresos completen más años de educación antes de tener hijos fuera del matrimonio, esta política demostrará ser toda una ventaja. Urgir a las jóvenes a seleccionar cuidadosamente al compañero, forjar relaciones sólidas y casarse antes de tener hijos resultaría, de tener algún efecto, en un inevitable retraso de la edad de la maternidad en estas comunidades.

Políticas para comunicar la verdad sobre el matrimonio

Para comunicar un nuevo mensaje en favor del matrimonio y para fortalecer su solidez en las comunidades de bajos ingresos, el gobierno debería poner en marcha las siguientes medidas específicas.

* Fomentar campañas públicas sobre la importancia del matrimonio que esté dirigidas a las comunidades de bajos ingresos. Estas campañas deberían saber transmitir el valor del matrimonio para adultos, niños y sociedad.

* Crear programas de educación para el matrimonio en las escuelas con alta proporción de jóvenes en riesgo. Como se ha comentado, la mayor parte de las chicas de bajos ingresos desean firmemente tener hijos. También quieren e intentan ser buenas madres. Estas jóvenes serán muy receptivas a la información que muestre los positivos efectos del matrimonio en los resultados a largo plazo para los hijos.

* Fortalecer los programas federales de educación para la abstinencia que proporcionan información vital sobre el valor del matrimonio para adultos, niños y sociedad. Estos programas ya proporcionan alguna información sobre el valor del matrimonio a estos jóvenes. Este mensaje necesita ampliarse, no reducirse.

* Que haya cursos voluntarios de educación sobre el matrimonio ampliamente disponibles para parejas interesadas en comunidades de bajos ingresos. Esto podría hacerse ampliando la pequeña «iniciativa para el matrimonio sano» actualmente en marcha en el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Estos programas pueden también proporcionar formación laboral a los participantes, pero no debería ser el motivo principal.

* Facilitar materiales educativos sobre el matrimonio y remitir a los interesados a clínicas de control de la natalidad del Título X [de la Ley del Servicio de Salud Pública]. Las clínicas del Título X, financiadas por el gobierno, operan en casi todos los condados del país y proporcionan control de la natalidad subvencionado a cerca de cuatro millones de jóvenes de bajos ingresos anualmente. Muchas pacientes de estas clínicas tienen hijos fuera del matrimonio al poco tiempo. Con un 40% de nacimientos fuera del matrimonio, es obvio que promover meramente el control de la natalidad no es algo eficaz para reducir el aumento de estos nacimientos. Además de proporcional control de la natalidad, se debería requerir que estas clínicas ofrezcan materiales educativos sobre los beneficios del matrimonio y que remitan a los interesados a servicios de educación para las relaciones y planificación de la vida.

Reducir la penalización antimatrimonio de la asistencial social

Otra importante política pública para fortalecer el matrimonio sería reducir las penalizaciones que el sistema de asistencia social introduce contra el matrimonio. Los programas sociales crean desincentivos para el matrimonio porque los beneficios se reducen según aumentan los ingresos familiares. Una madre recibe mucha más asistencia si es soltera que si tiene un esposo con empleo. Para muchas parejas de bajos ingresos, el matrimonio significa una reducción de la asistencia gubernamental y una reducción general de los ingresos conjuntos de la pareja.

La penalización del matrimonio ocurre en muchos programas que valoran el nivel de ingresos, como las estampillas de comida, la vivienda pública, Medicaid, guarderías y la Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF). El sistema de protección social debería revisarse para reducir estos incentivos contraproducentes.

La manera más simple para conseguir esto sería incrementar el valor del crédito por ingreso del trabajo (EITC) para parejas casadas con hijos; esto compensaría las penalizaciones antimatrimonio de otros programas como las estampillas de comida, la vivienda pública y Medicaid. Además, el atractivo de los programas sociales como opción frente al trabajo y al matrimonio se reducirían al requerir de los padres capaces de trabajar que lo hagan o se preparen para ello como condición para recibir ayuda.

Conclusión: Fortalecimiento del matrimonio como antídoto de la pobreza

El matrimonio sigue siendo el mejor arma antipobreza de América, sin embargo es una institución en declive. Según van desapareciendo los esposos del hogar, la pobreza y la dependencia de la asistencia social se incrementarán y padres e hijos sufrirán como resultado.

Dado que el declive del matrimonio aumenta la pobreza infantil y la dependencia de la asistencia pública, y dado que los pobres aspiran a un matrimonio sano pero carecen de normas, comprensión y habilidades para conseguirlo, es razonable que el gobierno tome los pasos para fortalecer activamente el matrimonio. Igual que el gobierno desanima a la juventud a abandonar la escuela, también debería articular clara y tajantemente el valor del matrimonio. Debería proporcionar información que ayudará a la gente a formar y mantener matrimonios sanos y aplazar la llegada de los hijos hasta que estén casados y sean económicamente estables. En particular, debería ser una prioridad dejar claras las graves carencias de la filosofía «hijo primero, matrimonio después» a los potenciales padres de comunidades de bajos ingresos.

El matrimonio es muy beneficioso para los niños, los adultos y la sociedad; hace falta que se fomente y se refuerce. Sin embargo, con las actuales políticas gubernamentales, la institución matrimonial se ignora o se menoscaba. Esto debe cambiar.

© Heritage.org (Versión en inglés) | © Libertad.org (Versión en español)

 

Referencias

[1] Calculado a partir de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, American Community Survey, 2006–2008, https://factfinder.census.gov/servlet/DatasetMainPageServlet?_program=ACS&_submenuId=datasets_2&_lang=en. Las tasas relativas de pobreza para familias casadas y monoparentales cambian muy poco de año en año y serán muy similares para 2009 y 2010.

[2] Robert Rector y Kirk A. Johnson, “The Effects of Marriage and Maternal Education in Reducing Child Poverty”, Centro de Análisis de Datos de la Fundación Heritage, Informe Nº 02-05, 2 de agosto de 2002. Véase también la Tabla 7, infra.

[3] Cada año, la tasa de nacimientos maritales de la Tabla 1 y la de nacimientos fuera del matrimonio de la Tabla 2 suman el 100%.

[4] Centros para el Control de Enfermedades, Centro Nacional de Estadísticas de Salud, Informe de Estadísticas Vitales Nacionales, “Births: Preliminary Data for 2008”, 6 de abril de 2010, Tabla 7, https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr58/nvsr58_16.pdf.

[5] Ib. En conjunto, los nacimientos de chicas menores de 18 años son raros en Estados Unidos; sólo 3.3% del total de nacimientos (maritales o no) ocurren a chicas de este rango de edad.

[6] Ib.

[7] Calculado a partir de Centros para el Control de Enfermedades, Centro Nacional de Estadísticas de Salud, 2006 National Health Survey.

[8] Calculado a partir de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, American Community Survey, 2006–2008, https://factfinder.census.gov/servlet/DatasetMainPageServlet?_program=ACS&_submenuId=datasets_2&_lang=en.

[9] Ib.

[10] Robert Rector, Katherine Bradley y Rachel Sheffield, “Obama to Spend $10.3 Trillion on Welfare: Uncovering the Full Cost of Means-Tested Welfare or Aid to the Poor”, Fundación Heritage, Informe Especial Nº 67, 16 de septiembre de 2009.

[11] Centros para el Control de Enfermedades, Centro Nacional de Estadísticas de Salud, Informe de Estadísticas Vitales Nacionales, “Births: Preliminary Data for 2008,” 6 de abril de 2010, Tabla 7, https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr58/nvsr58_16.pdf.

[12] Los porcentajes de nacimientos (maritales o no) en Estados Unidos fueron 53.5 para blancos no hispanos, 24.4 hispanos y 14.7 negros no hispanos.

[13] Datos de los Centros para el Control de Enfermedades.

[14] Ib.

[15] Calculado a partir de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, American Community Survey, 2006–2008.

[16] Véase la Encuesta de Familias Frágiles y Bienestar de los Hijos, https://www.fragilefamilies.princeton.edu/.

[17] “Mothers’ and Children’s Poverty and Material Hardship in the Years Following a Non-Marital Birth”, Fragile Families Research Brief No. 41, enero de 2008, https://www.fragilefamilies.princeton.edu/briefs/ResearchBrief41.pdf.

[18] Estas cifras asumen que el empleo e ingresos del padre continuarán al mismo nivel del año anterior al nacimiento y que las madres (solteras o casadas) trabajarán a tiempo parcial con el salario previo tras el nacimiento del hijo. En promedio, el empleo a tiempo parcial es la más probable actividad de las madres; sin embargo, el matrimonio producirá parecidas reducciones de pobreza si las madres trabajan a tiempo completo o no trabajan en absoluto. Véase Robert E. Rector, Kirk A. Johnson, Patrick F. Fagan y Lauren R. Noyes, “Increasing Marriage Would Dramatically Reduce Child Poverty”, Centro de Análisis de Datos de la Fundación Heritage, Informe Nº CDA03-06, 20 de mayo de 2003, p. 13.

[19] En este informe, el término «familia casada intacta» se refiere a los padres biólógicos unidos en matrimonio.

[20] Chris Coughlin y Samuel Vuchinich, “Family Experience in Preadolescence and the Development of Male Delinquency”, Journal of Marriage and Family, Vol. 58, Nº 2 (1996), pp.491–501.

[21] Deborah A. Dawson, “Family Structure and Children’s Health and Well-Being: Data from the 1988 National Health Interview Survey on Child Health”, Journal of Marriage and Family, Vol. 53, Nº 3 (August 1991), pp. 573–584.

[22] Wendy D. Manning y Kathleen A. Lamb, “Adolescent Well-Being in Cohabiting, Married, and Single-Parent Families”, Journal of Marriage and Family, Vol. 65, Nº 4 (2003), pp. 876–893. Datos del estudio Add Health. Véase también Dawson, “Family Structure and Children’s Health and Well-Being: Data from the 1988 National Health Interview Survey on Child Health”.

[23] Timothy Biblarz y Greg Gottainer, “Family Structure and Children’s Success: A Comparison of Widowed and Divorced Single-Mother Families”, Journal of Marriage and Family, Vol. 62 (May 2000), pp. 533–548.

[24] Cynthia C. Harper y Sara S. McLanahan, “Father Absence and Youth Incarceration”, Journal of Research on Adolescence, Vol. 14, Nº 3 (2004), pp. 369–397. Datos del National Longitudinal Study of Youth, the 1979 cohort (NYLS79).

[25] Martha S. Hill, Wei-Jun J. Yeung y Greg J. Duncan, “Childhood Family Structure and Young Adult Behaviors”, Journal of Population Economics, Vol. 14, Nº 2 (2001), pp. 271–299.

[26] Mary Corcoran y Terry Adams, “Race, Sex, and the Intergenerational Transmission of Poverty”, capítulo 12, en Greg J. Duncan y Jeanne Brooks-Gunn, eds., Consequences of Growing Up Poor (Nueva York: Russell Sage Foundation, 1997), pp. 461–517. Datos del Panel Study of Income Dynamics (PSID).

[27] Kathryn Edin y Maria Kefalas, Promises I Can Keep: Why Poor Women Put Motherhood Before Marriage (Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 2005).

[28] Kathryn Edin, Paula England, Emily Fitzgibbons Shafer y Joanna Reed, “Forming Fragile Families: Was the Baby Planned, Unplanned, or In Between?”, en Kathryn Edin y Paula England, eds., Unmarried Couples with Children (Nueva York: Russell Sage Foundation, 2007), pp. 25–54.

[29] Ib.

[30] Ib., p. 7.

[31] Ib., p. 37.

[32] Ib., p. 170.

[33] Ib., p. 43.

[34] Ib., p. 70.

[35] Ib., p. 172.

[36] Ib.

[37] Ib., p. 35.

[38] Dos tercios de las parejas no casadas se separan en los cinco años siguientes al nacimiento; un tercio viven juntos tras ese plazo. En conjunto, una de cada cinco parejas no casadas se casará en los cinco años tras el nacimiento. En contraste, más del 80% de las parejas casadas siguen casadas cinco años después del mismo. Marcia J. Carleson, “Trajectories of Couple Relationship Quality After Childbirth: Does Marriage Matter?” Center for Research on Child Wellbeing Working Paper No. 2007-11-FF, abril de 2007, https://crcw.princeton.edu/workingpapers/WP07-11-FF.pdf.

[39] Ib., p. 202.

[40] Ib., p. 165.

[41] Ib., p. 123.

[42] Como se mencionó antes, la mitad de las madres que son solteras al nacimiento del hijo siguen en la pobreza cinco años después del mismo. “Mothers’ and Children’s Poverty and Material Hardship in the Years Following a Non-Marital Birth”.

[43] Rector, Johnson, Fagan y Noyes, “Increasing Marriage Would Dramatically Reduce Child Poverty”.

[44] Ib.

[45] Ib.

[46] Ib.

[47] Tanto madres y padres hablarán favorablemente del matrimonio y fantasearán con casarse entre sí, pero raramente toman los pasos necesarios para que esto suceda.

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