Nada más comenzar su etapa como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump aprobó el decreto 13771. En virtud de esta norma, cada ministerio y agencia federal está obligada a eliminar dos regulaciones por cada nueva ley aprobada. Además, este decreto exige que el costo neto de introducir nuevas regulaciones debe ser igual o menor que cero, lo que implica acompañar cualquier medida de refuerzo normativo con actuaciones compensatorias de desregulación.
El problema de la sobrerregulación ha deprimido significativamente la actividad económica en Estados Unidos. En 1960, las normas aprobadas por el gobierno federal sumaban 20,000 páginas, mientras que en 2016 alcanzaban las 185,000. Semejante deterioro empezó a revertirse en 2017, cuando el gobierno de Trump logró un espectacular resultado en materia desreguladora, con 22 repliegues normativos por cada nueva norma aprobada.
Semejante progreso fue capitaneado por Naomi Rao, una destacada jurista que llevaba años abogando por este tipo de medidas desde su tribuna en el Mercatus Center, un prestigioso centro de pensamiento liberal adscrito a la Universidad George Mason. Según los informes que ha elaborado Rao, el ahorro de costos llega ya a 23,000 millones de dólares, todo un alivio tras el refuerzo regulador de la Era Obama, cuando la continua aprobación de restricciones impuso cargas valoradas en 245,000 millones de dólares a las familias y las empresas norteamericanas.
El beneficio de la desregulación
El impacto de la agenda desreguladora ya se está percibiendo en el sector privado. En este sentido, el Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos considera que, en caso de mantenerse este tipo de política normativa durante el próximo lustro, la renta del ciudadano medio habrá subido un 0.8%, un monto equivalente a 1,200 dólares por hogar.
Un buen ejemplo del ahorro que genera esta nueva estrategia lo tenemos en el gasto que asumen los consumidores a la hora de contratar servicios de internet telefónico. Desde el primer cuatrimestre de 2017, dicho desembolso ha bajado un 3%, gracias a una serie de medidas desreguladoras introducidas por el gobierno.
Otra buena muestra del ahorro que permite el nuevo marco regulador lo tenemos en el plano farmacéutico, donde se han modificado distintas reglas federales para facilitar el ahorro en la compra de medicinas. En comparación con los niveles de gasto previstos para 2019, los estadounidenses pagan ahora un 11% menos cada vez que acuden a la botica.