Wall Street y los riesgos de contratar a mujeres

“Adiós a las cenas con compañeras de trabajo”. «Nada de sentarse al lado de una colega en el avión o el tren». «Las estancias de hotel se harán en pisos separados». «Hay que evitar las reuniones mano a mano en las que solo estén presentes un hombre y una mujer»…

Las anteriores advertencias son solo un pequeño reflejo de las muchas precauciones que están tomando los ejecutivos de Wall Street ante el auge del movimiento feminista #MeToo, cuya relevancia pública ha crecido significativamente en 2018 a raíz del revuelo mediático que han despertado ciertas acusaciones por supuestos casos de acoso sexual.

Las ramificaciones del movimiento ya han llegado a la industria financiera y no parecen ser muy positivas para el entorno laboral. Según explica la revista Bloomberg, «se están adoptando polémicas estrategias y protocolos orientados a aislar a las mujeres de la industria», con el objetivo de evitar posibles escándalos.

Fuentes de la industria consultadas por el portal de negocios americano reconocen que «contratar a una mujer se ha vuelto más complicado. Hay más riesgos que antes». «¿Qué pasa si no entiende una broma o no aprueba un comentario? ¿Puede terminar eso en una denuncia, en un lío filtrado a la prensa?», se pregunta otro profesional del ramo.

El miedo a las denuncias falsas ha ido a más después de lo ocurrido con el juez Brett M. Kavanaugh. Propuesto para la Corte Suprema de Estados Unidos por el gobierno de Donald Trump, este magistrado lidió con duras acusaciones referidas a supuestas violaciones que habrían ocurrido hace décadas. El paso del tiempo demostró que estas alegaciones eran infundadas e incluso provenían de personas que jamás habían conocido en persona al juez. No obstante, la reputación de Kavanaugh sufrió un fuerte golpe que solo ahora empieza a sanar.

¿Cómo se adaptan los hombres de Wall Street ante el peligro que entraña el movimiento Me Too y ante los avances generalizados del feminismo radical? Más que reglas formales, la reacción por parte de los trabajadores masculinos de la industria de gestión de activos se ha materializado a través de protocolos informales y reglas no escritas que pretenden eliminar la menor sombra de duda.

En parte, la reacción de los profesionales financieros de Nueva York reproduce la pauta de comportamiento sugerida en su momento por el hoy vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, que reconoció que rechaza reunirse a solas con cualquier mujer que no sea su esposa como manera de evitar una posible denuncia falsa.

Bloomberg basa su historia en más de treinta entrevistas con altos cargos de la industria. Muchos dicen que están emulando la estrategia de Mike Pence. De hecho, todos reconocen que el movimiento #MeToo les genera preocupación y ansiedad. David Bahnsen, ex alto cargo de Morgan Stanley que ahora maneja por su cuenta más de 1,500 millones de dólares, admite que «la sensación predominante es de peligro, parecería que hay que andar sobre huevos para evitar cualquier tipo de acusación».

Miedo y preocupación entre los directivos

La publicación americana apunta que «el fenómeno se repite en otros sectores económicos. Hombres de todo el país modifican su conducta para protegerse ante una corrección política que muchos consideran excesiva e incluso peligrosa, si bien hay quienes entienden que solo así se conseguirá un entorno laboral adecuado y apropiado».

Eso sí: el hecho de que esto tenga lugar en Wall Street resulta llamativo por dos motivos: por un lado, porque la industria no ha recibido grandes quejas por este motivo, al contrario de lo que sí está pasando en el ámbito del entretenimiento y el espectáculo; por otro lado, porque la presencia femenina es minoritaria en Wall Street y esto puede reducir las oportunidades de socialización que contribuyen a que las mujeres adquieran contactos de manera informal, palanca clave para ascender en la escalera corporativa.

Karen Elinski, vicepresidenta de Wells Fargo y presidenta de la Asociación de Mujeres Profesionales de las Finanzas, reconoce que «esto afecta al desarrollo profesional y perjudica las perspectivas de ascenso de las trabajadoras femeninas del ámbito financiero. Entre las profesionales del ramo no hay una idea clara sobre cómo enfrentarse a esta situación».

Stephen Zweig, abogado laboralista de Ford Harrison, señala que «al final, el riesgo jurídico se está desplazando, de manera que puede que bajen las denuncias por acoso y que aumenten las querellas por discriminación».»Si los hombres se niegan a trabajar con mujeres, a ser mentores de sus colegas y a viajar con ellas para cumplir con misiones de trabajo, se abre la puerta a ese tipo de quejas», apunta.

 

© Libre Mercado

 

Otros artículos de Diego Sánchez de la Cruz